La peregrinación a Santiago de Compostela tuvo en tierras lusitanas una importante proyección, participando el pueblo portugués activamente en el desarrollo del culto jacobeo.
Ya desde el siglo XII los peregrinos partían desde núcleos de población del país vecino tan importantes como Lisboa, Coimbra, Porto o Braga. La motivación fundamental de esta peregrinación fue religiosa, pero este flujo secular de personas que poblaron los caminos de Santiago también contribuyeron a establecer entre Portugal y Galicia profundos lazos de intercambio cultural, económico y de pensamiento.