Se levanta en dos etapas: la capilla entre 1747 y 1753, y la fachada en el s. XIX. Una sola nave muy ancha con ábside rectangular y una sacristía pegada al lado derecho. Muros de cachotería encalada, viéndose sólo en las ventanas y los enmarques de los retablos mampostería. Destaca el retablo principal, dedicado a San Francisco, aprovechado del que ya existía, del s. XVIII, uniéndose así dos cuerpos que mezclan elementos del siglo XVIII (columnas salomónicas) y del XIX (volutas, hornacina abocinada, etc). Los paneles laterales están dedicados a la Inmaculada y a San Antonio. La entrada es transversal, por la que se accede también al campanario y a la sala capitular. La fachada no posee nada destacable.