Lo que puede considerarse el último tramo de la Costa da Morte junto con la ría de Muros y Noia nos ofrecerá a los cinco sentidos asombrosas y largas playas rodeadas de una intensa naturaleza costera.

Carnota, con sus más de 7 Km de longitud, está considerada como la playa más larga de Galicia.

Seguro que a muchos de vosotros os suena este arenal, pues fue en él donde Alejandro Amenábar rodó su conocida película Mar Adentro.

Día 1º

Sea cual sea el camino que elijáis para llegar a Carnota, nunca olvidaréis la primera vez que veáis sus playas. Si el punto de partida es Cee, los impresionantes 627 metros del monte Pindo os acompañarán todo el camino hasta llegar al destino; y si elegís la carretera de Negreira, tendréis una increíble panorámica a vista de pájaro de toda la línea de costa. La playa de Caldebarcos es el arenal más septentrional del ayuntamiento de Carnota. Mide algo más de 1,5 kilómetros y, al igual que las siguientes playas que visitaremos, tiene una arena de color blanco que se podría confundir con la de las zonas más cálidas del planeta.

Además de sus alrededores, os llamarán la atención las casetas de pescadores, casi recién rehabilitadas y ligadas a la actividad pesquera y marisquera de la zona, así como el entorno natural de A Berberecheira, donde las mariscadoras faenan a pie. Ventosa y con frecuentes brisas costeras, Caldebarcos reúne unas buenas condiciones para la práctica de deportes náuticos como el surf o el windsurf, además de ser lugar habitual de fondeo de embarcaciones de recreo. Un paseo por la zona puede ser una buena forma de recordar que en los bajíos de Caldebarcos se hundieron varias naves de la Armada Invencible cuando iban camino de conquistar Inglaterra, en 1596. Si es la hora de almorzar, degustar un exquisito plato de pulpo con almejas en uno de los restaurantes de la zona también se puede convertir en una experiencia única.

Seguimos por esta suave línea de costa hacia la playa de Carnota, calificada como una de las cien mejores del mundo por la revista alemana Traum Strände. Ya desde la carretera, se ve inmensa. Con sus más de 7 Km de longitud, está considerada como la playa más larga de Galicia. Con bajamar, supera los mil metros de ancho en algunos tramos. En la amplia zona de marismas y dunas habitan una gran variedad de aves migratorias y de flora endémica. De hecho, este es uno de los pocos lugares de Galicia donde anida el frailecillo blanco. La extensa flecha de arena en la desembocadura del río Valdebois, más conocida como Boca do Río, dio lugar a uno de los espacios naturales de mayor interés ecológico y paisajístico de Galicia: las marismas de Caldebarcos y la playa de Carnota.

Si tenéis suerte, podréis ver alguna de estas especies mientras atravesáis la gran pasarela de madera que parece flotar sobre este humedal hasta desembocar en primera línea de costa. En esta ensenada entre las Puntas de Caldebarcos y Sargas, el agua de color turquesa, de nuevo la blanca y fina arena, el intenso sol, la poca compañía de las primeras horas del día y la vista  de un mar en completa calma crearán en vosotros una sensación mágica y evocadora. No dejéis de dar un paseo por la orilla del mar disfrutando de este ambiente paradisíaco mientras vuestras huellas van desapareciendo a medida que llegan las olas. Al fondo, en la otra punta de la ría de Corcubión, el mítico cabo Fisterra os mirará de lejos. Despedíos del lugar echando una última ojeada; si tenéis suerte, podréis encontrar una botella con un mensaje en su interior…

También en territorio carnotano, pero ya en el límite con Muros, llegamos a la playa de Lariño. El arenal se divide en dos partes bien diferenciadas. Por un lado, una lengua de arena de unos dos kilómetros y, por otro, una serie de calas situadas sobre una base de suelo que fue testigo mudo del nivel del mar en períodos anteriores. En la conocida como punta de A Ínsua, el punto geográfico que ayuda a fijar la entrada en el arco de Fisterra y de la ría de Corcubión, encontraréis el Faro de Lariño, de los años 20 del siglo pasado, junto a los restos de un antiguo molino de viento. Cerca de aquí naufragó en 1966 el destructor Ariete, propiedad de la Armada española, que concedió al ayuntamiento de Carnota el título de “Muy humanitario” por haber ayudado a salvar a la tripulación del barco.

Ancoradoiro inaugura el prolífico tramo de playas del municipio de Muros y está únicamente separada de nuestra anterior parada por un pinar. De nuevo, veréis cómo los vientos de componente norte empujan tablas de surf y de windsurf; así como a quien quiera dar un paseo hasta la playa de Area Maior y de Lagoa de Louro por un estrecho camino entre dunas y juncos. Estando aquí, tendréis la sensación de que el Monte Louro os vigila como si fuera un centinela de piedra. A su lado, las dunas hacen de barrera natural con la laguna de agua dulce de las Xarfas y con los solitarios arenales de Area Maior. Cuenta la leyenda que en este humedal desapareció una aldea y que el monte Louro fue un templo solar en la antigüedad, como el del cabo Fisterra.

Continuando hacia la villa de Muros, encontraréis un desvío que os conducirá hasta el faro de Louro, situado a 241 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, tendréis unas bonitas vistas de la entrada de la Ría de Muros y Noia, de la Serra da Barbanza e, incluso, de Corrubedo.

Por su cercanía, podréis allegaros al petróglifo de Laxe das Rodas. Aquí observaréis grabados rupestres tallados en rocas graníticas que varios expertos relacionan con el culto al sol, mientras otros los interpretan como un almanaque laboral, una mesa de ofrendas para conseguir buenas cosechas, o los vinculan con la muerte o la fecundidad.

Louro es una pequeña localidad estival con amplia tradición turística. En sus tascas y restaurantes, encontraréis muchas de las delicias gastronómicas de la ría y de este mar con las que inundar el paladar de sabores intensos y completar las experiencias de esta primera jornada.

Día 2º

Dejad para vuestra segunda jornada la visita al pueblo de Porto do Son. Podéis aprovechar para tomar un café en las cercanías del puerto o incluso para dar un pequeño paseo: el olor a salitre, las embarcaciones que llegan tras un largo día de faena, otras que se marchan, o marineros que reparan sus aparejos son buena prueba de lo importante que es el trabajo en el mar para este atractivo pueblo marinero.

Continuamos el viaje hacia la playa y el Castro de Baroña. Una ventaja que aquí nos brinda la naturaleza: estas aguas son perfectas para conseguir un buen bronceado debido a la alta concentración en yodo. El arenal de Castro de Baroña está abrigado de los vientos por su buena situación al amparo de dos colinas rocosas de unos 50 metros de alto. Allí encontraréis uno de los castros más conocidos de Galicia: el de Baroña. Este asentamiento prehistórico tiene casi veinte construcciones y una espléndida muralla que defendía a sus habitantes. La cronología lo sitúa alrededor de los siglos I a. C. e I d. C.

El itinerario continúa hacia la playa de As Furnas, pero merece la pena hacer un alto en el camino para visitar el puente del río Sieira, cercano a la cascada del mismo nombre, una cita con la época medieval. La construcción tiene arco de piedra ligeramente apuntado y da continuación a un viejo Camino Real bajo la sombra de un bosque de ribera. La corriente desemboca en la playa próxima del mismo nombre, formando una laguna que os permitirá bañaros en agua dulce justo del lado del mar. De aspecto virgen y oleaje moderado, su arena casi blanca está unida a la de la playa de As Furnas por una pasarela de madera. Seguro que a muchos de vosotros os sonará este arenal, pues en él fue donde Alejandro Amenábar rodó su conocida película Mar Adentro. Río Sieira-As Furnas son las últimas playas que visitaremos del pueblo de Porto do Son. También son destino habitual de los veraneantes que recorren su poco menos de un kilómetro de extensión, superficie de arena y rocas, como si de un paso marítimo se se tratara.

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