La Ribeira Sacra es una tierra marcada por los dos grandes ríos que la moldean, así como por la fe y la espiritualidad que todavía envuelve los numerosos conventos distribuidos por su hermoso paisaje.

Habitada desde antiguo, su riqueza histórica, su impresionante naturaleza y su deliciosa gastronomía son una apuesta segura para los sentidos.

El gesto monacal de piedra
bendice el sosiego de la aldea…
Se arrodillan los caminos
Abrazados al cruceiro en un azul eternidad
de piedra y cielo.
      Luís Amado Carballo.

Día 1º

Comenzamos nuestra andadura en el ayuntamiento lucense de O Saviñao para conocer de cerca una de las muchas construcciones religiosas por las que esta tierra recibe el sobrenombre de Sagrada, el Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Miño. Construida a finales del s. XII, es uno de los ejemplares más impresionantes del románico rural gallego Su localización, en una margen empinada del río que le da nombre, obligó a edificar una cripta para elevar el templo, de tal manera que la iglesia parece estar suspendida en lo alto de los viñedos. Su fachada, delicadamente cincelada en granito, recuerda la obra del Maestro Mateo en el Pórtico de la Gloria.

 

Sin salir del ayuntamiento, visitaremos la iglesia de San Paio de Diomondi, de origen mítico y legendario, pasó a ser benedictino en el siglo X. El 22 y 23 de agosto, los devotos invaden la parroquia para celebrar la romería de los Remedios. Además de los oficios religiosos y de las peticiones a la Virgen, también aprovechan la ocasión para deleitar el paladar con un buen almuerzo en una carballeira (robledo) centenaria a pocos metros del santuario.

Siguiendo el curso del Miño, llegamos a la iglesia de San Martiño da Cova. Se trata de un templo románico de finales del siglo XIII que formaba parte del convento de Santo Agostiño. Esta hermosa construcción esconde en su interior pinturas que representan a la Santísima Trindad. Desde aquí, también empezaremos a disfrutar de unas estupendas vistas del agreste paisaje que rodea la iglesia, pero antes todavía tenemos que andar un poco. Tras atravesar un sendero de vegetación espesa llegamos al mirador da Cova para conseguir una inmejorable perspectiva de la garganta del Miño, el llamado Cabo do Mundo. Este es un lugar en el que el río serpenteante muda de dirección en medio de una gran calma. Descendiendo con cuidado por una pista estrecha y con fuerte pendiente, rodeados de bancales, llegaremos ahora a la playa fluvial de la Cova que vislumbrábamos desde San Martiño. Protegida de la brisa por un entorno de naturaleza salvaje, resulta acogedora para pasar una refrescante jornada estival.

Día 2º

En nuestra segunda jornada, sin alejarnos de la orilla del Miño, ponemos rumbo al ayuntamiento de Pantón, rico en patrimonio histórico y con una impresionante naturaleza.
La primera parada será el convento cisterciense de Santa María de Ferreira, aún habitado por una pequeña comunidad de monjas. Recorred con calma el interior de su iglesia y observad el artesonado de tradición mudéjar o la talla medieval de la Virgen con el Niño. No os marchéis sin dar cuenta de los dulces de almendra hechos por las monjas para comprobar si son dignas de su gran fama de reposteras.

Continuamos ahora hasta la iglesia del antiguo convento de San Miguel de Eiré, del siglo X. De la fábrica medieval se conserva el curioso templo de finales del XII, muy vinculado al románico de Castilla. Resulta muy curiosa la torre-mirador que, desde el exterior, parece dividir el templo en dos partes: la humana y la divina. No paséis por alto las pinturas de la bóveda interior ni su Pantocrátor.

Vamos ahora hacia la iglesia de Santo Estevo de Atán, que formaba parte del convento fundado por el obispo Odoario de Lugo en el siglo VIII. Duramente castigado durante las incursiones musulmanas, fue reconstruido entre los s. XII y XIII. Sus celosías prerrománicas son lo más característico del templo. Entrad para ver el espectacular conjunto pictórico en el que destacan la Anunciación, San Gabriel y la Virgen María antes de poneros de nuevo en marcha para visitar a iglesia de San Vicente do Pombeiro, de los s. XII y XIII.

Por último, esta jornada por el corazón de la Ribeira Sacra nos internaremos en el ayuntamiento de Carballedo. Siguiendo un sendero en fuerte pendiente, nos encontraremos de lleno con la iglesia de Santo Estevo de Chouzán, declarada Monumento Histórico Artístico en 1950. Este templo fue trasladado piedra a piedra en 1962 para evitar que quedase sumergido por las aguas del embalse de Belesar. En su interior, destacan las pinturas que representan el Juicio Final. Deleitaos con el entorno casi mágico. Escuchad el zumbido del viento entre los árboles y el murmullo de las aguas durante una pequeña caminata.

Día 3º

La tercera jornada por la Ribeira Sacra la iniciamos siguiendo de nuevo el río Miño hasta el ayuntamiento de Nogueira de Ramuín para que, llegados a los Peares, mezcle sus aguas oscuras con las verdes del Sil. Continuamos ahora por carreteras locales hasta el hermoso e impresionante Convento de Santo Estevo de Ribas do Sil. Su construcción actual data del siglo XII, aunque su origen se remonta al siglo X. Situado en la ladera meridional del Sil, el edificio del convento fue totalmente rehabilitado y desde hace unos años está integrado en la red de Paradores Nacionales.

 La etapa de esplendor del convento llegó cinco siglos después de su fundación cuando se retiraron aquí nueve obispos santos. La huella de su presencia quedó en el Claustro de los Obispos, donde encontraréis sus sepulturas, y en el escudo del convento en el que se representan nueve mitras. El convento, que tiene una hermosa fachada barroca, muestra también elementos de otros estilos artísticos fruto de las sucesivas modificaciones que aquí conviven: románico, gótico, renacentista y barroco. Aprovechad y dad un paseo por el interior del edificio para descubrir los secretos de este lugar. En el interior de la iglesia, destaca el retablo pétreo donde está presente la mano de algún discípulo del Maestro Mateo. Y entre las dependencias mejor conservadas del convento destacan la cocina, con una gran lareira (chimenea) central de piedra, y la escalera de honor junto a la portería, cubierta con una hermosa bóveda de crucería y con nueve rosetones decorados.

El domingo más próximo al 11 de noviembre tiene lugar en Santo Estevo un gran magosto en el que se da cuenta de castañas asadas de los mismos castaños de los alrededores junto con el vino nuevo de estas tierras. Durante la fiesta, seguro que se escucha el refrán: “Cávame tarde, bímame cedo e pagareiche o que che debo, díxolle a viña ao labrego”” (”.Cávame tarde, vuelve a cavarme pronto y te pagaré lo que te debo, le dijo la viña al campesino”).

Nos apartamos ahora un poco de la corriente del río que nos guía. Llegados al ayuntamiento de Esgos, encontraremos las primeras huellas del cristianismo en Galicia en el convento de San Pedro de Rocas. Si os animáis, recorred a pie el Camino Real que va desde el pueblo hasta el templo y que transcurre por senderos con vegetación autóctona que hace años comunicaban las aldeas de la zona. El trayecto nos va preparando para el halo espiritual que envuelve a San Pedro, un lugar escogido hace muchos siglos por los anacoretas para la jubilación, la oración y la penitencia. Este templo, excavado en roca viva, alberga en su interior un gran tesoro que aguarda a que lo descubráis: el llamado Mapamundi de los Beatos, único en Europa. En él se muestra la dispersión de los apóstoles de Cristo a lo largo del mundo en su prédica del cristianismo. Al entrar en la iglesia, la sensación es muy similar a la de estar en una cueva primitiva. El silencio sepulcral y la penumbra invaden la estancia. Rodeando el templo, podréis descubrir sepulturas antropomorfas, a las que la piedra, la lluvia acumulada y los líquenes les dan un barniz mágico. Cerca de estas tumbas, buscad la milagrosa fuente de San Bieito, de la que dicen emana agua capaz de curar las verrugas y de suavizar las arrugas.

El siguiente convento que visitaremos es el de Santa María de Xunqueira de Espadañedo. Tras las reformas vividas por estos muros a lo largo de más de 800 años, lo más destacable de esta visita es la iglesia románica con fachada neoclásica y un sencillo, pero hermoso, claustro en el que, con un poco que exploréis, podéis descubrir tres curiosos relojes de sol.

Nos dirigimos ahora a la búsqueda del mejor ejemplo monástico de arte renacentista en Galicia, el convento de Santa María de Montederramo. Fundado en la primera mitad del s. XII por los monjes benedictinos, enseguida pasó a integrarse en la Orden del Císter. Especialmente hermoso es el claustro bajo o de hospedería, construido en el siglo XVI. Pasead con calma sin sentiros observados por las cabezas humanas esculpidas en los medallones.

A poco más de diez kilómetros de este convento encontraréis uno de los mayores bosques de abedules de Galicia. Este árbol era empleado para fabricar aperos de labranza y las tan características zuecas, muy prácticas para caminar por los caminos embarrados. Y, si os coincide acercaros por estas tierras alrededor del 12 de octubre, no perdáis la oportunidad de asistir a la Festa da Carne. Esta es una herencia de la histórica Feira dos bois (Feria de los bueyes). Esta gran reunión gastronómica gira alrededor de la carne de ternera gallega al caldeiro (carne cocida presentada con patatas, aceite y pimentón), acompañada de otros productos de la zona.

De camino a nuestro siguiente enclave religioso, no olvidéis hacer una parada para contemplar la gran obra de la naturaleza en el cañón del río Mao con sus impresionantes saltos. Siguiendo por una carretera estrecha y llena de curvas, llegamos a Parada de Sil donde aguardan los cañones más agrestes y escarpados de toda la Ribeira Sacra. Si el día es claro, muchos de miradores os van a permitir vislumbrar varios municipios de la Ribeira Sacra lucense como telón de fondo. Los más conocidos son “los balcones de Madrid“ desde los que podemos apreciar colgados sobre el vacío, la espectacularidad de los cañones, siempre que no tengáis miedo a las alturas.

Poniendo fin a esta jornada, y de vuelta en la ribera del Sil, continuaremos bajo una bóveda de castaños centenarios hasta llegar al convento de Santa Cristina de Ribas de Sil. En este lugar casi de leyenda, la naturaleza toma el control. En medio del soto encontraréis un conjunto arquitectónico bastante bien conservado, refugio de monjes y de religiosos en tiempos pasados. Bajad por la pasarela de madera para encontrar el templo casi escondido y si hay, aprovechad para abrir algún erizo y llevaos en los bolsos deliciosas castañas. El silencio y la calma son los protagonistas de este lugar que, con seguridad, os dejará hondamente impresionados. En el interior de la iglesia, del siglo XII, hay unas interesantes pinturas murales renacentistas en las que se retratan varios santos. La hermosura en la sencillez de las formas contrasta con su espectacular y decorado rosetón que permite que la luz penetre en el interior. Otros elementos llamativos son la torre del campanario, que hace las veces de torre vigía con su poco habitual forma de pirámide, el claustro y las lápidas de los primeros abades. Tampoco van a pasar desapercibidos en esta visita los imponentes miradores a la búsqueda del profundo río Sil.

Despedimos la Ribeira Sacra con el espíritu en paz después de recorrer sus montes mágicos, donde la naturaleza salvaje y la fe conviven en perfecta armonía. Guiados por las riberas del Miño o bien navegando por los cañones del Sil, descubrimos rincones inaccesibles por tierra donde se esconden auténticas joyas medievales entre los bancales que hacen de esta tierra un lugar muy próximo al paraíso.

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