Descripción
Viajando hacia el norte, el viajero se encuentra
con la Ría de Corme e Laxe, que, a modo de
monstruo prehistórico, con una amplia cabeza y cola
estrecha y retorcida, se adentra por el curso inferior
del río Anllóns.
Al caminar por sus orillas podemos admirar otro
sector marcado por la verticalidad de una costa
acantilada, rocosa, labrada sobre granitos con sus
formas caprichosas que semejan haber sido
esculpidas por la mano paciente de algún ser
misterioso. Cilindros que se introducen en los
penedos, oquedades que asemejan pilas de iglesia,
nidos como labrados por mil avispas... se aglutinan
para dar al paisaje una sensación de misterio en este
tramo de la Costa da Morte. El entorno de Roncudo,
por ejemplo, es un buen lugar para comprobarlo y, al
mismo tiempo, admirar un paisaje campesino
cabalgando sobre un acantilado marcado por su
verticalidad.
Las villas de Corme y Laxe, dos importantes
puertos pesqueros, se emplazan a ambos márgenes
de la ría.. En la primera, en la que sobresalen las
actividades pesqueras, destaca la estructura cerrada
de su núcleo y sus calles estrechas y empinadas a las
que se asoman tanto nuevos edificios como viejas
casas marineras pintadas -una vez más en la costa
gallega- con vivos colores. En Laxe, más comercial,
es de destacar su iglesia del Siglo XIV, con un
hermoso diseño y la Ría Real, con restos de su
pasado señorío.
En el fondo de la ría, en la desembocadura del río
Anllóns, más allá del Monte Blanco, otro lugar en el
que el viento y el agua generó un espectacular paisaje
arenoso, se encuentra Ponteceso. En este lugar nació
el poeta Pondal, que con gran maestría cantó no sólo
a estas tierras sino, qué compuso la hermosa letra del
Himno Gallego.