Este geodestino abarca los ayuntamientos de Ares, Cabanas, A Capela, Cariño, Cedeira, Cerdido, Fene, Ferrol, Mañón, Moeche, Monfero, Mugardos, Narón, Neda, Ortigueira, As Pontes de García Rodríguez, Pontedeume, San Sadurniño, As Somozas, Valdoviño y Vilamaior. Los nombres de Ferrolterra saben a mar.

Ferrol es el mejor puerto natural de Europa, así lo calificó el Almirantazgo británico cuando en 1800 quiso conquistarlo. Es también el Barrio da Madalena y el Arsenal, las primeras obras hechas en Europa con el criterio de la Ilustración. Ferrol encierra además una emotiva sorpresa, la Semana Santa, una de las más impresionantes de Galicia.

En Ferrolterra están también la playa de Pantín, escenario habitual de campeonatos mundiales de surf, y las lagunas de Doniños y Valdoviño, paraíso de aves acuáticas. Y en las proximidades de Ortigueira, dos maravillas: la Serra da Capelada, que se corta abruptamente al llegar al mar formando los acantilados más altos de la Península Ibérica, y el santuario mágico de Santo André de Teixido.

Pero hay también un Ferrolterra tierra adentro. Como las Fragas do Eume, un bosque umbrío y secreto que en su corazón esconde el  Mosteiro de Caaveiro... y, en las inmediaciones, el fascinante Mosteiro de Monfero, con una enigmática fachada en damero.
 

Patrimonio

El Ferrol de la Ilustración (la ciudad del Arsenal al lado de la que se articula todo este territorio marcado por la huella de los Andrade y una de las puertas de entrada del Camino Inglés a Santiago) o el castillo de Moeche (protagonista del acontecimiento histórico de la Revuelta de los Irmandiños) conforman la carta de presentación de estas tierras.

Entre el patrimonio histórico que atesora el geodestino Ferrolterra hace falta destacar en la ciudad de Ferrol el barrio de la Magdalena y las señoriales plazas de Armas y de Amboage y su relevante Museo Naval. El castelo de San Felipe vigila desde su atalaya el castilllo de A Palma (en Mugardos) y entre ambos protegen la entrada de la ría. El torreón del castillo de los Andrade en Pontedeume junto con la fortaleza de Naraío en San Sadurniño son también importantes muestras de la arquitectura fortificada de esta parte de Galicia. El monasterio de Caaveiro en A Capela, el convento de Santa María en Monfero y el de San Martiño de Xubia o el de O Couto en Narón son relevantes testigos del esplendor que antaño las órdenes monacales consiguieron en esta tierra.

Ferrolterra es también tierra de santuarios. Algunos ejemplos destacados son la iglesia barroca de Santa María con el Cristo de la Cadena (en Neda), la iglesia de San Miguel de Breamo (en Pontedeume), la iglesia de Santa María de Doroña (en Vilarmaior), e en As Somozas su hermosísima de iglesia barroca de Santiago.

Las villas que dibujan el paisaje de esta tierra guardan la esencia de antaño. Son buena muestra la villa de Ares, con sus casas con balcones para colgar las redes de pesca, la pequeña villa de Redes donde las traseras de las casas se transformaron en embarcaderos o el Barrio do Ponto en Ortigueira, por el que caminar en otro tiempo.

Quedan también en este paisaje huellas de los antiguos que nos acercan a la historia como las mámoas de Vixía Herbeira  o el conjunto castreño de Punta do Castro y la villa galaico romana de San Xiao do Trevo en Cariño; o el enclave arqueológico del castro de A Vila da Igrexa en Cerdido, el castro de A Frouxeira en Valdoviño y los enterramientos megalíticos de O Porto Roibo, Abelleira, Mourela y Vilavella  en As Pontes de García Rodríguez.

Ferrolterra observa el mundo desde su faro de Estaca de Bares, en Mañón; y tiene también espacios para ver la vida de otro color desde el curioso Museo del Humor de Fene, o desde la playa y el pinar de Cabanas.

Espacios naturales

El norte de la provincia de A Coruña constituye un territorio excepcional donde el visitante podrá disfrutar de espectaculares arenales, de villas pintorescas que conservan la esencia de la Galicia más pura, de una gastronomía privilegiada y de unos espacios naturales únicos. El punto más septentrional de la Península Ibérica (Estaca de Bares), la  laguna de A Frouxeira  visitada cada año por miles de aves migratorias, los acantilados de la Serra da Capelada de hasta 600 metros en vertical sobre el mar, el santuario de Santo André de Teixido  (donde “tendrá que ir de muerto lo que no fue de vivo”) son enormes secretos que aguardan ser descubiertos por el viajero.

La naturaleza fue muy generosa con estas tierras y las situó cerca del corazón de un pulmón verde, las Fragas do Eume, un Parque Natural que rezuma frescura y que es el gran tesoro natural de Ferrolterra. También se encuentran en este geodestino los espacios protegidos de Xubia-Castro, de Ortigueira-Mera y el de la Costa Ártabra, que abarca 100 km de litoral entre las rías de Ares y de Ortigueira.

Fiestas y gastronomía

La gastronomía de la zona tiene su máximo exponente en su tradicional Feira do Polbo declarada de Interés Turístico, y también sus pimientos de O Couto, con Indicación Geográfica Protegida. 

Aficionados a la música celta de todo el mundo visitan cada año el Festival Internacional do Mundo Celta de Ortigueira, que es Fiesta de Interés Turístico Internacional. La Semana Santa  también fue distinguida con la Declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Son Fiestas de Interés Turístico de Galicia la Romaría da Fraga en As Pontes de García Rodríguez y la Festa das Alfombras Florais do Corpus Christi en Ares.

DESTACADO: Santo André de Teixido

Los ‘milladoiros’ o túmulos de piedras que se agrupan a ambos lados del camino que conduce a la iglesia de Santo André de Teixido son testimonios pétreos de la peregrinación de miles de personas que se acercan al mágico santuario de la Serra da Capelada.

El templo gótico-barroco de tipología marinera acoge a los fieles que, siguiendo la tradición, beben de la fuente de los Tres Caños, piden un deseo al santo y arrojan al agua un trozo de pan que, si no se hunde, atraerá la buena fortuna a la vida del romero. Los “sanandreses” o la “hierba de enamorar” forman parte de este rito que se reproduce históricamente en las proximidades de los acantilados de Vixía Herbeira, los más altos de la Península Ibérica.

Desde una garita de piedra del siglo XVIII puede el visitante maravillarse observando la grandeza del Océano Atlántico.

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