Los montes de A Paradanta albergan el Santuario de la Virxe da Franqueira, documentado como monasterio benedictino del siglo XI, y hasta aquí llegan cientos de personas de Galicia y el Norte de Portugal para honrar a esta Virgen, “alcaldesa” de A Cañiza, a cuya imagen se le dio culto ya en el siglo VII. Las dos multitudinarias citas con la Virxe da Franqueira (el lunes de Pentecostés y el día 8 de septiembre) son manifestaciones de devoción mariana que ocupan un lugar destacado entre las fiestas religiosas de Galicia y que, por su antigüedad y originalidad, son de interés turístico.
La primera romería es conocida como “As Pascuíllas” y se caracteriza por su gran vistosidad, ya que hasta el santuario llegan distintas procesiones, procedentes de las parroquias de A Cañiza y de municipios colindantes portando cada una su talla (vírgenes y santos), adornadas con flores, y sus correspondientes pendones parroquiales y estandartes. Más de medio centenar de imágenes protagonizan después el acto de salutaciones a la Virxe da Franqueira en el atrio empedrado. Existe un protocolo por el que San Sebastián y la Virxe do Rosario son los primeros, por lo que si otro llega antes tendrá que esperar.
Tras los actos religiosos, los puestos de pulpo, rosquillas, carne ao caldeiro, empanada, queso, miel… se llenan de público deseoso de adquirir los mejores productos de la tierra y por los alrededores del santuario los romeros disfrutan de la comida campestre. A partir de las cuatro de la tarde, las procesiones vuelven a tomar el camino de vuelta para devolver las imágenes a sus iglesias y capillas.
La romería de verano en el santuario de la Virxe da Franqueira, coincide con la natividad de la Virgen e, igual que la de As Pascuíllas en primavera, su fama traspasa las fronteras de Galicia. Los alrededores del santuario de la Virxe da Franqueira se llenan de devotos llegados desde todos los puntos de la provincia de Pontevedra y de Portugal. El momento más emotivo tiene lugar tras la misa solemne de las doce de la mañana, cuando la Virgen es llevada en procesión montada en un carro tirado por una pareja de bueyes con los ojos tapados (cuenta la leyenda que de este modo guio a los paisanos hacia el enclave donde tenía que construir su santuario). Durante su recorrido, se para a contemplar las antiquísimas danzas de Santa María da Franqueira y la representación de la lucha entre el príncipe moro y un devoto cristiano, en recuerdo de uno de los milagros más conocidos que se le atribuyen a la Virxe da Franqueira: la liberación de un cristiano preso en Argel. La fiesta religiosa acaba con la tradicional comida campestre en los alrededores del santuario.