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A MIÑA VIAXE
El litoral de Ortigueira y Mañón presenta algunos de los acantilados más impresionantes de Galicia. La abrupta costa busca descanso en abrigados puertos que cobijan agradables villas. Playas de mar abierto, miradores naturales, patrimonio y pueblos en un recorrido por los paisajes costeros del norte de Galicia.
O Porto de Espasante es el inicio de un itinerario por una costa fascinante.
Núcleo marinero, cuenta con un muelle que concentra gran parte de la actividad pesquera de Ortigueira. El istmo, entre las playas de A Concha y la de San Antonio, finaliza en la Punta dos Prados, lugar de relevancia por la presencia de un castro marítimo de estratégica posición. Muy cerca, la Garita da Vela vigilaba, desde comienzos del siglo XVIII, la ensenada de Espasante y la entrada a la ría de Ortigueira. Alineada con la Garita de Herbeira y con el Semáforo de Bares, A Vela conformaba un completo sistema de señalización y vigilancia marítima en estas peligrosas costas.
El recorrido prosigue por Espasante y Céltigos, en la búsqueda del desvío hacia Loiba y sus imponentes acantilados en los que se sitúa el conocido como “mejor banco del mundo” por su espectaculares vistas.
De vuelta a la carretera, aldeas y masas forestales nos acercan hacia O Porto do Barqueiro. Escondido en el fondo de la ría, en el hermoso estuario del río Sor, es uno de esos núcleos litorales ejemplares. Sus pequeñas casas con tejados de pizarra se amontonan en estrechas calles. El pequeño muelle contrasta con la gran activad pesquera, localizado en un fantástico enclave frente a la lengua de arena de una playa de idóneo nombre, Arealonga, perteneciente ya a O Vicedo.
El camino transcurre ahora hacia Bares. Con este nombre podemos denominar diversas realidades. La primera que encontraremos será la Vila de Bares, aldea tradicional que conserva tierras de cultivo, cierres y hórreos, siempre con la mirada puesta en el mar. La playa de Bares, amplio arenal que cuenta con una preciosa zona de cantos rodados, anticipa la llegada a O Porto de Bares.
Ambos, el pueblo y el puerto, son muy similares, la versión agraria y la versión marinera de un núcleo tradicional. En el puerto, las casas se acercan a la arena y se juntan en la búsqueda de protección frente a los fuertes vientos de la zona. En el final de la playa se sitúa un singular muelle: O Coído.
El muelle de Bares, conocido como O Coído, es una acumulación de piedras de 300 metros de longitud. Atribuido a los fenicios, posiblemente sea de período romano dados los numerosos restos de esa época en el entorno.
El probable origen natural de la acumulación de cantos fue aprovechada como puerto y una altura de 7-8 metros indican las grandes dimensiones que pudo tener en origen.
O Porto de Bares es la entidad de población más al norte de España, siendo punto relevante de paso marítimo desde antiguo.
El ascenso al Semáforo de Bares ofrece vistas de la ensenada y de la isla Coelleira, que esconde restos de un viejo monasterio medieval, protagonista de diversas leyendas. El Semáforo es un punto de observación marítima del siglo XIX desde donde se emitían señales con banderas y luces a los barcos. Fue también puesto militar y base meteorológica y de comunicaciones.
Localizado a más de 200 metros sobre el nivel del mar, sus vistas son formidables. De camino al faro de Bares, la estación ornitológica indica la relevancia de esta costa para el tránsito de aves, siendo punto esencial para su observación, principalmente en períodos de grandes migraciones. La vertiente acantilada forma parte del LIC Estaca de Bares.
La relevancia estratégica del lugar la demuestra la presencia de una antigua base militar de la Marina de los Estados Unidos abandonada desde el año 1991. La última punta de la costa, el punto más septentrional de la Península Ibérica, se ilumina con el faro construido en 1850, siempre azotado por los vientos y abundantes lluvias procedentes del océano.
La isla Coelleira esconde secretos. La tradición oral transmite que los monjes del monasterio benedictino de San Miguel navegaban hasta Viveiro en barcas de cuero para dar misa. Reocupada por los templarios, la leyenda dice que se les dio muerte a todos ellos, excepto a uno que huyó sin sus hábitos, refugiándose en una casa de O Vicedo que a día de hoy aún se conoce como Casa do Paisano.
Loiba presume de un banco situado en el borde de los cantiles desde el que la amplitud de vistas permite una panorámica completa de este tramo del litoral. Los acantilados de Loiba, en el municipio de Ortigueira, son un sector litoral acantilado con alturas que, en algunos tramos, superan los 100 metros de desnivel. La presencia de islotes, grutas y cuevas indica el dinamismo de la geomorfología de este trecho de la costa.
Los accesos a las playas, por retorcidos caminos que salvan las fuertes pendientes, resultan complicados.
La aldea de O Picón destaca por su posición en el borde litoral y por su interés etnográfico con hórreos muy representativos de las tipologías propias de la zona, un molino de viento y diversas construcciones de arquitectura popular. Belleza y espectacularidad con la presencia, en primer término, de salientes rocosos como la punta de Pena Furada, de caprichosas formas por la acción erosiva. En el horizonte, hacia el oeste, la imponente figura de cabo Ortegal.
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