Camino de Santiago
Naturaleza
Cultura y patrimonio
Mar y costa
Rutas
Gastronomía
Turismo de salud
Agenda cultural
Va a pasar... Ver todos
A MIÑA VIAXE
La mítica Costa da Morte recoge toda la fuerza del océano Atlántico dándole diversas formas y matices. La fuerza del viento, el olor del mar y el verde de los montes concentrados en un recorrido que condensa la esencia de una de las costas más peligrosas del mundo. La ruta circular con comienzo y final en Camariñas acerca al viajero a pueblos costeros, a paisajes litorales, dunas, cabos y arenales, reflejo de historias de marineros, temporales y fareros.
Camariñas es mar, y el mar son historias de esfuerzo, naufragios y gentes firmes que conviven con un medio hermoso pero peligroso. Su presencia es el eje de este recorrido, pero el mar y el agua también son historias en la tierra.
Como pueblo marinero, Camariñas se recoge en el interior de su pequeña ría, buscando el sosiego ante los insistentes vientos de la zona. El moderno puerto contrasta con las antiguas construcciones marineras que mantienen el carácter tradicional de la localidad. Resulta muy recomendable admirar el encaje de Camariñas, fruto del trabajo de las palilleiras, auténticas artesanas que preservan este inmenso legado cultural.
La camariña (Corema album) es una especie arbustiva endémica del litoral atlántico que le da nombre a este municipio.
En plena Red Natura 2000, en un espacio poderoso y frágil a la vez, la riqueza de la flora tiene un buen exponente en este ejemplar propio de la Costa da Morte.
El tránsito hasta Ponte do Porto permite bordear la ensenada de A Basa en la búsqueda del estuario del río Grande, para tomar enseguida el desvío dirección Camelle.
Camelle y Arou, Arou y Camelle… son los reversos de una misma moneda. Villas muy próximas entre sí, mantienen una estrechísima relación con el mar, hasta el punto de que no se pueden entender sin él. Los colores vivos de las viviendas recuerdan los tiempos en los que la pintura sobrante de los barcos protegía las fachadas de la invernía entre los blancos arenales.
El legado de Man, el Alemán de Camelle, es uno de los elementos singulares de esta villa. Manfred Gnädinger se asienta en el puerto de la localidad en los años 60 viviendo en comunión con la naturaleza y creando una obra artística bajo el concepto del jardín-museo en el que interactúa con las rocas, los colores y las formas.
Buscando la armonía con el mar, Man vive y trabaja integrado en el paisaje de la Costa da Morte. Su obra comienza a ser visitada y se convierte en un museo al aire libre al modo de las intervenciones land-art, jugando con las rocas e interviniendo en el propio territorio, incluyendo el espigón del puerto.
Muy cerca se creó el Museo Man de Camelle, Casa do Alemán donde se puede ver parte de su legado y que complementa la visita a las creaciones que permanecen al aire libre.
El camino de tierra nos va acercando a la Ensenada de O Trece, que se abre hacia el mar recibiendo toda la fuerza del océano. El viento impulsa la fina arena de la playa creando una duna remontante, auténtica pared de arena que asciende por la ladera del monte de O Veo y sobrepasa su cumbre.
En el otro extremo, el cementerio de los Ingleses se asienta en la zona llana y nos recuerda la dureza de este litoral.
El tramo hasta Vilán, con la compañía de las vistas al horizonte, transcurre lentamente al lado de los acantilados y los peñascos entre los que se esconde un viejo foso de lobo donde se le daba captura a esta especie.
Los peligros de esta costa llevaron a la construcción de un nuevo faro en cabo Vilán, el primero electrificado de España (1896). Imponente, se levanta desde el peñasco alcanzando los 130 metros de altitud, y configurando una de las imágenes más representativas de la costa gallega, en un marco incomparable para disfrutar de espectaculares atardeceres. El faro de cabo Vilán es también sede del Centro de Interpretación dos Naufraxios, Faros e Sinais Marítimas.
El retorno a Camariñas transcurre cerca de la ermita de Nosa Señora do Monte que, desde una colina de amplias vistas, protege el tránsito de barcos y marineros.
El buque HMS Serpent perteneciente a la Marina Británica naufragó en estas costas en 1890. Contaba con una tripulación de 175 miembros y solo tres de ellos pudieron salvarse. Los demás descansan al lado del mar que les quitó la vida.
Un fuerte temporal provocó el hundimiento del acorazado en la noche de 10 de noviembre de 1890, en su viaje entre Plymouth y Sierra Leona. El mar de fondo provocó que el buque impactase en las rocas de la Punta do Boi con trágicas consecuencias, en un punto hoy conocido como Baixos do Serpent.
Los 172 cuerpos fueron enterrados al lado del lugar del naufragio, en el mismo espacio donde ya habían recibido sepultura 28 tripulantes del Iris Hull, otro barco hundido en la Punta do Boi en el 1883.
El Cementerio de los Ingleses es una sencilla construcción en piedra, dividida en dos zonas, una interior reservada para los oficiales y otra más amplia para el resto de la tripulación. Por su singularidad y relevancia histórica este camposanto fue incluido en la Ruta Europea de Cementerios Singulares. En agradecimiento a las gentes de la zona por la ayuda prestada, la Marina Británica envió diversos obsequios, entre ellos el conocido cómo Barómetro del Serpent, que a día de hoy puede verse en la fachada de una vivienda del puerto de Camariñas.
Este portal utiliza cookies propias de tipo técnico y de terceros para mejorar, mediante el análisis de la navegación, el servicio ofrecido. Las cookies no se utilizan para recoger datos personales. Conozca como las utilizamos y de que manera se puede cambiar su configuración
Puede haber recursos que no están georreferenciados y, por lo tanto, no los estás visualizando.