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A MIÑA VIAXE
El litoral de Ribadeo y Barreiros es la línea principal de este itinerario que transcurre entre suaves arenales y acantilados de formas caprichosas. Pero la belleza de la costa no es el único valor de este recorrido, ya que cuenta además con un rico patrimonio y la presencia de pueblos singulares como Rinlo y Ribadeo.
A Mariña Oriental de Lugo cuenta con uno de los litorales más singulares de Galicia. La amplia llanura costera configura un espacio en el que se asientan aldeas y pueblos, campos de cultivo y montes. Las amplias vistas al mar Cantábrico muestran una sucesión de arenales, teniendo en la playa de As Catedrais su principal referente.
Con los pies en Galicia pero la mirada en Asturias, Ribadeo se sitúa en el margen izquierdo de la ría del mismo nombre. El río Eo hace de límite entre las dos comunidades, unidas simbólica y físicamente por el puente de los Santos. Moderno y funcional, el puente une las riberas desde 1987, contando con sendas capillas en cada extremo (San Román en Castropol, San Miguel en Ribadeo) que explican su denominación.
Ribadeo es villa relevante. La herencia indiana se expresa a través de una singular e inigualable arquitectura fuertemente influenciada por la emigración gallega en América durante los siglos XIX y XX. La Torre dos Moreno (1915) es uno de los máximos exponentes de este intercambio cultural.
El itinerario está en contacto con el mar desde el punto de inicio en el muelle de Porcillán, al lado del puerto deportivo de Ribadeo. Tras pasar por debajo del puente de los Santos, la denominada Carretera del Faro nos lleva, poco después, hacia la primera parada obligada: el Castillo de San Damián y el Cargadoiro. El primero es un fuerte del siglo XVIII que protegía la ría de Ribadeo, declarado Bien de Interés Cultural en el 1994. El segundo es un antiguo cargadero de minerales creado a comienzos del siglo XX para darle salida al hierro de las minas de Vilaodriz, unidas por tren con el muelle.
Siguiendo la costa, un corto desvío lleva hacia el viejo faro de Illa Pancha, edificado en 1857.
Lugar delicioso, la pequeña isla es bañada por las aguas azul turquesa del mar Cantábrico en contraste con los vivos colores de los matorrales costeros y los acantilados.
El recorrido prosigue entre los campos de la llanura litoral hasta llegar a Rinlo, uno de los núcleos de población singulares de la costa gallega.
Siguiendo la línea del mar nos acercamos a las playas de: Os Castros, As Illas, Esteiro... dejan paso a la más conocida de todas ellas, As Catedrais, con sus famosos arcos de piedra.
La sucesión de playas prosigue por tierras de Barreiros: Arealonga, Lángara, Benquerencia, Remior, etc. Entre medio un interesante legado patrimonial con yacimientos arqueológicos como el de la Punta do Castro o la tumba medieval antropomorfa de la playa de O Coto.
La playa de Augasantas es monumental, hasta el punto de ser conocida como As Catedrais. La sucesión de una serie de acantilados y arcos rocosos conforma una pared que bien podría ser parte del mejor gótico gallego. Arcos, grutas... piedra sosteniendo la tierra y descansando en el mar como si de una obra de moderna ingeniería se tratase. Sucesivas fases de presencia y retirada del mar, movimientos tectónicos y la erosión marina fueron modelando las formaciones de pizarra y cuarcita, labrando un auténtico monumento natural, y como tal fue declarada en el año 2005.
El entorno posee también formidables valores naturales que se recogen en la figura de protección ambiental Zona de Especial Conservación (ZEC) As Catedrais, fundamentalmente por la presencia de notable vegetación costera (destacando la acelga salada) y gran diversidad de aves. La protección de esta área exige que los visitantes soliciten autorización previa, pudiendo gestionarse a través de la página de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia.
El tramo final, ya en el municipio de Foz, nos lleva por el estuario del río Masma, desviándose hacia el punto de destino, el prominente Pico da Frouxeira.
En este peñasco de 427 metros de altitud se erguía una fortaleza bajomedieval que posiblemente perteneció a Pardo de Cela, mariscal gallego del siglo XV enfrentado a los Reyes Católicos. Las estructuras de la construcción son el único vestigio de la fortaleza, que contaba con una amplia vista de la ría de Foz y de las tierras interiores de Alfoz y O Valadouro.
Rinlo conserva todo el encanto marinero de una población que parece detenida en el tiempo. Sus construcciones se fueron acomodando sobre los acantilados costeros en una sucesión de viviendas encaramadas al mar, sustento de la vida de sus habitantes.
La pequeña ensenada donde se encuentra sirvió de refugio natural a los pescadores, incluso desde el tiempo en el que se capturaban ballenas. La trama tradicional del núcleo permanece inalterada, con pequeños callejones irregulares que puntualmente se abren hacia el mar. El paisaje conserva su patrón con pequeñas parcelas de cultivo que complementan la actividad marinera.
Perfectamente encastradas, las casas de Rinlo cuidan las unas de las otras frente a los temporales y configuran una estampa singular con sus tejados de pizarra a dos aguas y su pulcritud de formas. Las históricas cetarias, próximas al pueblo y construidas a inicios del siglo XX, son la base de la tradición gastronómica de la villa, nombradamente el arroz caldoso con bogavante.
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