Situado en una de las calles más concurridas de la ciudad, la rúa do Príncipe, Silabario ocupa la última planta del edificio de la sede del R. C. Celta de Vigo, cuya techumbre acristalada e inclinada se cubre con una estructura en retícula que aporta identidad a la sala.

    Alberto González Prelcic inició este proyecto gastronómico en 2008 en Tui para trasladarse en 2018 a Vigo. Con la elección del nombre Silabario hace hincapié en la importancia del proceso de aprendizaje en la cocina. Por este motivo, una parte muy importante de su trabajo es investigar sobre los sabores y las técnicas de la cocina tradicional gallega, apostar por lo que la diferencia.

    Aunque reconoce que es permeable a métodos o propuestas culinarias de otras latitudes, su trabajo se centra en el producto local, abordado con absoluto respeto, para no desvirtuar su calidad. Los recursos que le ofrecen la ría de Vigo o los huertos de proximidad son la garantía que necesita para diseñar su oferta. Asimismo, destaca la importancia de confiar en proveedores y distribuidores, que son quienes conocen de primera mano la despensa gallega y tienen el criterio para definir la mejor selección. Lograr que funcione bien este engranaje es uno de los objetivos del restaurante.

    La clientela de Silabario es mayoritariamente local, de ahí que haya variedad en los menús, Berbés, Tempo, Raíces, Solaina, e incluso la posibilidad de elegir a la carta. De esta forma, los comensales disfrutan de una oferta flexible, dependiendo del tiempo y del presupuesto del que dispongan, además de facilitarles visitas más asiduas. Según temporada, se podrán degustar lamprea y angulas, dos de los platos recurrentes que identifican al establecimiento.

    Gracias a un frontal acristalado, la bodega se integra visualmente en la sala. En ella se conservan aproximadamente cuatrocientas referencias de vino, de las que alrededor del cuarenta por ciento son gallegas. El resto están seleccionadas entre las principales ofertas españolas e internacionales.