Entre la frondosidad del lugar de Camiño da Serpe surge el restaurante Pepe Vieira a modo de isla dedicada a la investigación y a la creatividad con la gastronomía como razón de ser. Encabezando el proyecto desde hace 22 años está Xosé T. Cannas, Pepe Vieira, con Óscar Abal como chef ejecutivo.

    Desde hace un lustro, Vieira colabora con el antropólogo Rafael Quintía en la construcción de su propio universo culinario, denominado como A última cociña do mundo, anclado al territorio e integrado por recetas, historias y personajes que confluyen en una narrativa que articula una propuesta única.

    Este proceso ha llevado al departamento de I+D y al equipo de cocina a desarrollar propuestas más conceptuales, dedicando varios meses de trabajo a cada plato. Esto permite ofrecer a los clientes una experiencia más global, conducida a través de un ritual acogedor donde se eleva la experiencia.

    Vieira defiende que para crear belleza hay que estar rodeado de ella. Bajo esta premisa se concibe todo en el restaurante, desde la presentación de los platos a la arquitectura contemporánea del edificio, pasando por el diseño de la tipografía que le da identidad visual. Esta escenografía ayuda a ensalzar la pureza que se desea transmitir a través de su propuesta gastronómica.

    Este enclave se eleva con vistas privilegiadas sobre la ría de Pontevedra, su principal despensa, predominando pescados y mariscos en los menús. Con los productos de la huerta les gusta experimentar aprovechando la evolución, como en el caso del grelo, trabajando la semilla, el germen, el brote o la hoja, para obtener distintos matices de sabor y texturas.

    Este proyecto funciona como visibilizador del entorno rural y constituye un núcleo económico en el que el constante trasiego de proveedores y de clientes también contribuye a dinamizar otros negocios de la zona.

    Un hotel, integrado en la naturaleza y compuesto por catorce construcciones individuales llamadas galpones próximas al restaurante, ofrece la posibilidad a la clientela de disfrutar más tiempo de este entorno y sumarse a algunas actividades diseñadas en exclusiva, como excursiones por la ría o rutas por el monte para conocer el patrimonio etnográfico.