Más allá de la ría de Muros e Noia, de manera especial al norte de Fisterra, se extiende un tramo de costa brava y variada. En medio de tramos rectilíneos, en los que se encadenan amplios arenales, como Carnota, Razo, O Rostro o Baldaio, se alzan abruptos acantilados, como los de Cabo Vilán o Roncudo, o pequeñas rías, como las de Corcubión, Camariñas o Corme e Laxe. En el frente costero, muy cerca de tierra, se asientan islas, como las Sisargas.
El apelativo de Costa da Morte viene del trágico hecho de que cientos de barcos encallaran en sus bajos pedregosos quedando sepultados por sus aguas. Ello ha motivado que un río de leyendas sobre naufragios perdura en la memoria colectiva.