Un recorrido en bicicleta por la única ruta jacobea con origen en Compostela. Concluye en Fisterra, el “fin del mundo” para los peregrinos que desde la antigüedad acudían a contemplar el espectáculo de ver morir el Sol en el Atlántico. Un Camino para disfrutar del paisaje, el patrimonio artístico, la gastronomía y el mar.

Un Camino plagado de leyendas, mitos, historia y tradición, de verdes paisajes y villas marineras de la Costa da Morte
Un Camino para disfrutar del paisaje, el patrimonio artístico, la gastronomía y el mar.
 

Os proponemos recorrer en bicicleta la única ruta jacobea que no acaba, sino que empieza, en Santiago de Compostela. Y concluye en Fisterra, verdadero fin del mundo para los peregrinos que de antiguo acudían a contemplar el grandioso espectáculo de ver declinar el Sol en el Atlántico. Un Camino plagado de leyendas, mitos, historia y tradición, de verdes paisajes y villas marineras de la  Costa da Morte.

Día 1º

Santiago como punto de partida

Os sugerimos llegar a Santiago de Compostela por la tarde. La ciudad, abierta y hospitalaria, brinda toda clase de alojamientos: albergues, hoteles con encanto y rurales, hostales o pensiones. La gran joya es el Parador del Hostal dos Reis Católicos.

La visita obligada a la catedral

El primer encuentro con la catedral desde la Praza do Obradoiro es emocionante. La plaza recibe este nombre porque durante casi 100 años estuvo en obras y era aquí donde los canteros que picaban día tras día el granito para su construcción tenían sus talleres (obradoiros). Gracias a ellos hoy nos sentimos maravillados por el majestuoso frente barroco, construido entre los siglos XVII y XVIII, presidido por la figura de Santiago Apóstol vestido de peregrino con capa y bastón.

El Apóstol está representado en todos los edificios que cierran la plaza. Podéis identificarlo como guerrero montado en su caballo blanco, como Apóstol o como Santo Peregrino. Para localizarlo debéis fijaros en la fachada neoclásica del Pazo de Raxoi, en la del Hostal dos Reis Católicos y en la del Pazo de San Xerome.

El Pórtico da Gloria,
tallado por el Mestre Mateo,
es una obra maestra del Románico español

Para conocer el interior del templo subiremos por su magnífica escalinata, que en realidad son dos, una dentro de la otra. Al entrar veremos primero el famoso Pórtico da Gloria, obra maestra del Románico español tallada por el Maestro Mateo. Está formado por tres arcos, cuyas esculturas interpretan de manera simbólica la Jerusalén celeste.
Encontraréis de nuevo al Apóstol Santiago en la columna central de mármol, donde se representa la genealogía de Cristo y observaréis, a media altura, las huellas que han dejado las manos de los peregrinos que tradicionalmente se apoyaban en este pilar. Uno de los ritos más practicados es el abrazo al Apóstol en el camarín del Altar Mayor. Luego nos detendremos ante sus reliquias, guardadas en una urna de plata, en la cripta.

Un paseo por el casco histórico compostelano

Os aconsejamos dedicar el resto de la tarde a explorar el casco histórico de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad. Dejad que os sorprenda el arte hecho piedra. Después de contemplar las demás fachadas y plazas que rodean la catedral, os sentiréis cautivados por las calles de origen medieval como la Rúa Nova y la Rúa do Vilar, el Preguntoiro, las Algalias (de Arriba y de Abaixo) o Casas Reais. Y conoceréis el encanto de plazas como la del Toural o Cervantes.

De tapas por la Rúa do Franco y A Raíña

Por tratarse de la primera noche en Santiago os sugerimos que para cenar optéis por las típicas raciones gallegas. Así disfrutaréis de algunos de los platos considerados imprescindibles en su gastronomía como el pulpo á feira, la carne ao caldeiro, la empanada, el raxo, la zorza, la oreja de cerdo; mariscos de las rías gallegas como mejillones, berberechos y almejas; o productos de temporada como los pimientos de Padrón o las xoubas (sardinas pequeñas). Podréis degustar todos estos manjares en las múltiples tabernas y restaurantes del casco antiguo. La Rúa do Franco y A Raíña concentran la mayoría de estos establecimientos.

Día 2º

De Santiago a Dumbría

Desayunamos en el hotel y procuramos salir temprano con nuestras bicicletas, propias o de alquiler, para empezar cuanto antes la única ruta jacobea que se inicia en Compostela. Esta peregrinación se remonta a los albores del Camino de Santiago, cuando los romeros sentían el deseo de proseguir hasta Fisterra, el “Finis Terrae”, el punto más occidental del mundo por ellos conocido.

Abandonamos la Praza do Obradoiro hasta llegar al municipio de Ames

La ruta parte de la propia Praza do Obradoiro. Entre el Pazo de Raxoi y el Hostal dos Reis Católicos, donde se hallaba la antigua Puerta del Peregrino, el Camino desciende por calles como la Rúa das Hortas y continúa por Poza de Bar y San Lourenzo hasta su hermoso robledal centenario, que Rosalía de Castro inmortalizó en su obra Follas Novas.

Detrás se encuentra el antiguo convento de San Lourenzo de Trasouto, de importante valor artístico y también botánico. En su claustro guarda un gran y precioso seto de boj centenario, tallado con motivos geométricos de simbología religiosa.

Después descendemos hacia el río Sarela, donde el verde empieza a imponerse a la piedra. Discurrimos por el paseo acondicionado por su orilla, cruzándolo por estrechas pasarelas. Luego atravesamos pequeños núcleos rurales, bosques y colinas hasta llegar a la carretera general, para bajar más tarde hasta Augapesada, en el ayuntamiento de Ames.

La singular belleza de la aldea de A Ponte Maceira

Pronto iniciamos la ascensión al alto de Mar de Ovellas, donde podemos detenernos a contemplar el valle de A Maía. Luego descendemos hasta A Ponte Maceira, uno de los puntos de mayor interés del tramo. Se trata de un conjunto monumental cuyo elemento significativo es el puente sobre el río Tambre del siglo XIII. También destaca el poblado primitivo, el molino, la presa, la capilla y el pazo moderno.

Al otro lado del puente seguimos el curso del río por un tramo empedrado y nos encontramos el Pazo da Chancela. Está rodeado de una robleda y parcialmente abierto a las visitas, así que podéis acercaros. Fijaos en su escudo donde está labrado un puente partido. Representa el mismo que, según la leyenda, se hundió cortando el paso a los soldados romanos que perseguían a Teodoro y Atanasio, discípulos de Santiago que regresaban de pedir autorización al legado romano de Fisterra para poder enterrar al Apóstol.

Paramos a comer en Negreira, de afamada carne

Bajamos hasta Negreira, que cuenta con una variada oferta de alojamiento. Atravesamos la calle principal de la villa bajo uno de los tres arcos que soportan la galería almenada y balaustrada que une el Pazo de Cotón con la capilla de San Mauro, de los siglos XVII y XVIII respectivamente. Podemos examinar con más detenimiento sus doce escudos tras comer algo y descansar. El territorio es conocido por su actividad ganadera y láctea, por lo que os sugerimos que os decantéis por un plato de ternera asada o pollo de corral al horno, típicos de la zona.

La jornada concluye en Dumbría

Salimos de Negreira por un pequeño puente sobre el río Barcala. La ruta coincide con algunos tramos del Camino Real de Fisterra. Hallaremos interesantes ejemplos de arquitectura popular, como el conjunto de hórreos de As Maroñas, en el ayuntamiento de Mazaricos.

Por momentos el Camino discurre en zonas de altiplano, obteniendo excelentes vistas. Desde las estribaciones de Monte Aro podéis contemplar parte del río Xallas, su embalse y sus valles. Llegamos al lugar de Ponte Olveira, cuyo puente medieval nos sitúa en el municipio de Dumbría.

Concluimos la jornada en la parroquia de Olveiroa. Junto al albergue hay varios alojamientos donde cenar, charlar sobre la etapa y descansar.

Día 3º

De Dumbría a Fisterra

Tras un buen desayuno, dejamos Olveiroa y enseguida alcanzamos la cercana población de Hospital, donde el Camino se bifurca hacia Muxía y Fisterra.

Tomamos la ruta de Fisterra y pronto llegamos a las inmediaciones del Santuario das Neves y después a la popular ermita de San Pedro Mártir, que tiene una fuente “milagrosa” a la que se atribuye la curación de varias dolencias.
Desde aquí el terreno asciende. Ya en lo alto, junto al Cruceiro da Armada, podemos contemplar por primera vez la aún lejana Fisterra, bañada por el Atlántico. Luego el terreno desciende hasta Cee, villa típicamente marinera, a donde llegamos por el Campo de Sacramento y la Rúa da Magdalena.

En Corcubión podemos darnos un baño en la playa

Desde Cee se divisa el próximo destino, Corcubión, declarado Conjunto Histórico-Artístico por sus casas nobles y su arquitectura popular marinera. A la entrada está la iglesia de San Marcos, un buen ejemplo de gótico-marinero y neogótico y declarada Bien de Interés Cultural.

Os animamos a dejar de pedalear y disfrutar detenidamente de un recorrido por el Paseo Marítimo, con sus hermosas casas de amplias galerías y balcones que miran a la ría. A lo largo de la caminata encontraréis locales donde degustar deliciosas tapas.

Incluso, si el tiempo es propicio, podéis daros un baño en la playa de Quenxe, hacia el final de la villa.

Llegamos a Fisterra, destino de nuestro viaje

Tras la sobremesa y el descanso nos ponemos de nuevo en camino hacia Fisterra, ya muy cerca. Después de pasar por las aldeas de Vilar, Amarela, Estorde y Sardiñeiro nos despedimos de Corcubión en un mirador desde donde vemos Fisterra y su cabo. Allí llegamos después de bordear durante unos dos kilómetros las formaciones dunares de la hermosa y extensa playa de Langosteira. Aunque el camino va en paralelo a las dunas os recomendamos recorrer este tramo a pie de playa, como suelen hacer los peregrinos.

En el albergue público
nos darán la “Fisterrana”,
la credencial que certifica
nuestro peregrinaje hasta Fisterra

Entramos en el pueblo marinero de Fisterra por el barrio de San Roque. Pasamos junto a la Cruz de Baixar, un secular cruceiro que tiene labrado el Cristo Crucificado y en el reverso María Inmaculada con el niño Jesús. A su lado se contempla una preciosa vista del arenal de Langosteira. Después pasamos la calle Catalina y la Real, donde está el albergue público y donde nos pueden dar la “Fisterrana”, la credencial que certificará nuestro peregrinaje hasta esta villa.

La iglesia de Santa María das Areas, foco de la tradición jacobea de Fisterra

El final de la ruta continúa hasta el Faro. Siguiendo por la carretera que nos conduce hasta allí nos encontramos con la iglesia de Santa María das Areas, epicentro de la tradición jacobea de Fisterra. Una preciosa arcada, que se cree que formó parte del desaparecido hospital medieval de peregrinos, nos da paso al templo.
Aquí vemos brillar con luz propia el venerado Santo Cristo de Fisterra. Esta talla gótica está envuelta en leyendas, pues se dice que apareció en la costa tras ser arrojada al agua desde un barco durante una tormenta. Cada Semana Santa se celebra la Festa do Santo Cristo, declarada Festa de Galicia de Interese Turístico.

Camino del Cabo, desde donde los romanos contemplaban cómo el Sol se sumergía en el mar

Después de la visita seguimos ascendiendo por la misma carretera. A mitad de subida, la escultura de un peregrino medieval nos sale al paso. Más adelante, el mojón del kilómetro cero nos da la bienvenida al entorno del Faro. A la entrada nos recibe La Sirena, un edificio de finales del XIX destinado a usos turísticos, donde sellan credenciales, recaban estadísticas y nos ofrecen la información que precisemos.
Nos encontramos en el lugar donde antiguos geógrafos grecorromanos ubicaban el Promontorium Nerium o Ara Solis, altar de culto al Sol, construido por los fenicios y que según la leyenda el mismo Apóstol Santiago hizo destruir poco después. Aquí los romanos y los pueblos que los precedieron se asomaban a su “fin del mundo” para asistir al grandioso espectáculo de ver el Sol sumergirse en el océano.

Cena en el entorno del puerto

Para cenar os aconsejamos que os acerquéis al entorno del puerto de Fisterra, lugar de mayor actividad de la villa. En los restaurantes de la zona se preparan los pescados y mariscos frescos y de temporada que aquí se desembarcan.
Luego podéis acercaros a la lonja, un moderno edificio de aluminio azul y cristal que enseguida identificaréis. Es posible pasear por su interior ya que está acondicionado para las visitas turísticas. Y, para pasar la noche, Fisterra cuenta con una amplia oferta de alojamiento que incluye albergues, hoteles -también rústicos y con encanto-, hostales y pensiones.

Día 4º

Nos despedimos de Fisterra visitando su castillo

El castillo de San Carlos se encuentra siguiendo la carretera del puerto, por el llamado Paseo Corveiro. Es un castillo-fortaleza levantado en el siglo XVIII, aunque se reformó tras el incendio y destrucción parcial sobrevenidos en el asalto francés a Fisterra durante la Guerra de la Independencia. En su interior alberga el Museo de Pesca.

Después de la visita os sugerimos poner rumbo a Santiago de Compostela pues sus excelentes servicios y su condición de nudo de comunicaciones en Galicia facilita el regreso a casa.

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