La capilla de la Virgen de las Virtudes, recibe también el nombre de Soto. Por un lintel, único resto gótico de la capilla, se sabe que fue mandada construir por Nuno Freire de Andrade en 1378. Fue un centro de devoción popular y su atrio sirvió de lugar de enterramiento de pobres, práctica que fue prohibida por los mandatos eclesiásticos hasta 1599, momento en el que el arzobispo Juan de S. Clemente consagra el suelo que rodea a la iglesia para tal fin. 

En el siglo XVII (entre 1672 y 1680), el indiano Andrés Copeiro y Parga, patrocina la reedificación de la iglesia. Las obras supusieron la ampliación de la misma tanto a lo largo como a lo ancho, la edificación de la fachada, la cubrición finalizada en bóveda, así como cinco ventanas, la sacristia y dos altares colaterales, sobre una planta de cruz latina. 

La fachada principal concentra toda la decoración, con una amplia puerta de entrada, de moldura acotada y flanqueada por semi pilastras.

En 1817, según una inscripción, se debió construir la espadaña, doble, de características neoclásicas y finalizada por un frontón curvo, partido en su centro. 

En su interior, destaca un magnífico retablo barroco del siglo XVIII y columnas salomónicas, profusamente decoradas.