Descripción
Alargada de oeste a este, la ría de Ferrol diseña el
perfil de una espada marina que se incrusta en el
continente. A su boca, estrecha, le sigue un angosto
cañón que se abre camino de la desembocadura del
río Grande de Xubia en donde vuelve a estrecharse.
El cabo Prioriño y la Punta do Segaño son sus
límites más occidentales. Cuando el navegante
traspasa las puntas del Vispón y Redonda, la ría abre
sus horizontes y adquiere una forma ondulante con
las ensenadas de O Baño, Mugardos y O Seixo en su
ribera meridional y A Malata, Caranza y As Aceas en
la septentrional.
La privilegiada configuración de la ría determinó
su elección como centro neurálgico de la Marina de
Guerra española en el siglo XVII. Este hecho
condicionó su vida económica. Hubo que construir
los castillos de San Carlos, San Cristóbal, San Felipe
y de A Palma para su defensa. De ellos únicamente
los dos últimos se conservan en buen estado.
En su margen septentrional se emplaza Ferrol,
sobre un relieve plano que asciende suavemente
hacia el norte entre los barrios de Canido y Serantes.
El barrio de la Magdalena, fruto de la racionalidad
urbanística del s. XVIII, se adapta a la geometría
natural de líneas que se cortan. Ciudad marítima e
industrial, sus mejores edificios están en relación
directa con la Armada.
Los astilleros y los servicios de abastecimiento de
la Marina y los cuarteles, provocaron la atracción de
Ferrol sobre su comarca que, progresivamente, fue
perdiendo sus señas de identidad. La misma ciudad,
a partir del siglo XVIII, adquirió una racionalización
geométrica que se plasma en el Barrio de la
Magdalena, quedando arrinconado el viejo Ferrol,
íntimo y marinero.
A pocos kilómetros de Ferrol se encuentra la
espléndida playa de Doniños orientada hacia el mar
abierto. Asociada a ella, se ha generado la laguna de
Doniños, un precioso paraje natural.
En torno a la ría, pese a su intensa
transformación, aún se pueden encontrar hermosas
estampas marineras, es el caso de las villas de
Mugardos, que se ciñe a la forma redondeada de su
ensenada, A Graña, Fene, Neda o Narón que todavía
conservan bellos rincones. Otro tanto sucede con las
aldeas de pasado marinero como O Seixo, San Felipe
o Maniños.