Aves, vides, castaños y madroños
Hace años el río Miño bajaba bravo por un enorme y encajado valle de clima suave. En sus laderas se desarrolló una cultura dedicada al cultivo de la viña, un lugar sin duda atractivo para el asentamiento de monasterios y aldeas que a día de hoy suponen un gran patrimonio histórico, artístico y cultural.
Actualmente el río baja domesticado por varios embalses, pero las laderas conservan extensos bosques tanto de castaños como de robles, en los que el madroño es también una especie importante, lo que da una idea del buen clima de la zona. Dependiendo de la orientación y altitud nos encontramos, pues, con un mosaico de bosque y viñedo donde la presencia de pintorescas aldeas y numerosos roquedos contribuyen a diversificar más el paisaje.