Este recorrido os llevará por lugares impresionantes y de gran belleza, como Santo André de Teixido, la sierra de A Capelada o el cabo Ortegal y sus Aguillóns (aguijones), grandes rocas que emergen fieras cerca del cabo y contra las que las olas baten con fuerza. Además, podréis acercaros hasta el cabo de Estaca de Bares, el punto más septentrional de la Península Ibérica, donde confluyen las aguas del mar Cantábrico y el océano Atlántico, sin duda una buena manera de admirar la fiereza de nuestras aguas en todo su esplendor.

 

La belleza de los acantilados de Picón-Loiba fue elegida en muchas ocasiones como escenario de varias películas de cine.
 
Estaca de Bares es la punta situada más al norte de la Península Ibérica y división entre el océano Atlántico y el mar Cantábrico.

Día 1º

Estando en Cedeira, no dejéis pasar la oportunidad de visitar el santuario de Santo André de Teixido y cumplir el dicho que reza: “va de muerto quien no fue de vivo". No olvidéis, pues, como dice la tradición, depositar una piedra en los milladoiros (montoncitos de piedras) que hay en el camino, como prueba de vuestra visita. Y, para los que quieran buscar pareja, haceos con un poco de “herba de namorar” (hierba de enamorar), nunca se sabe…

Continuamos ahora en dirección a Cariño, ascendiendo la Serra da Capelada hasta la Garita da Herbeira. Desde este mirador veréis como los acantilados caen casi en vertical en un mar salpicado de rocas. Son unos de los más altos de Europa. Cuando lleguéis al mirador Vixía Herbeira, el punto más alto de este ascenso, respirad profundo y sentid la inmensidad de la tierra, la fuerza del viento y la paz que transmite este lugar.

Continuamos ahora hasta cabo Ortegal, donde está situado uno de los faros más fotografiados de la zona. Su importancia contrasta con la sencillez de la torre cilíndrica pintada de blanco y rojo. Varias son las razones de su fama, pero lo que más destaca en este paisaje son los “Aguillóns”, unas grandes rocas que emergen fieras cerca del cabo y contra las que las olas baten con fuerza, sobre todo en los días de temporal, convirtiéndose en un espectáculo impresionante y de descomunal potencia. A su derecha se extiende la ría de Ortigueira con sus tramos de acantilados y de playas.

La belleza de este lugar, donde el viento intentará jugar con vosotros, merece otro momento de inspiración, mirando al mar antes de seguir hacia la pequeña capilla de San Xiao de Trebo. Desde el recinto del templo, una senda permite el recorrido a pie hasta la villa pescadora de Cariño. Si os coincide estar por esta zona a la hora de almorzar, no os perdáis la oportunidad de degustar un delicioso guiso de raya o un revuelto de erizos y algas, productos típicos de la gastronomía local que os inundarán con el sabor salado de la salitre. En días laborables, encontraréis abiertas fábricas de conservas artesanales de las que podréis llevaros un delicioso y sabroso pedacito de mar.

Nuestro viaje continúa hacia Ortigueira, donde el río Mera forma una preciosa desembocadura que ya se avista de regreso de cabo Ortegal. Desde el puerto de la villa, podréis dar un paseo de unos cuatro kilómetros hasta la playa de Morouzos. Tranquila y calma para el baño, a sus espaldas hay un pinar y una zona de marismas y juncos; a la derecha se localiza la pequeña ensenada de Ladrido. A mediados de julio, el pinar se convierte en una gran zona de acampada para el público del Festival de Ortigueira, cita ineludible del verano y uno de los referentes mundiales del folk desde 1978.

Los restaurantes a pie de playa le dan fama a nuestra siguiente parada, Espasante, donde podréis probar un delicioso marisco. Por la noche, alguna tasca ofrece un acogedor ambiente con música tradicional, donde los clientes se animan con canciones populares. Pero este momento de diversión lo dejamos para más tarde. Ahora, los acantilados próximos os darán una sorpresa al encontrar al final del muelle el castro costero de Punta dos Prados. Cerca, está la playa de Céltigos, prácticamente virgen, desde la que gozaréis de unas hermosas vistas de cabo Ortegal y de sus “Aguillóns”. También pasaréis por las playas de San Antonio, por la de Eirón, donde está una de las furnas más grandes de la zona, y por la de Bimbieiro, la única playa de cantos rodados de este tramo de costa de Loiba. Zona de altos acantilados, un paseo polos caminos de los percebeiros os hará comprender las dificultades a las que se enfrentan a diario estos ágiles mariscadores. Si la ruta coincide con mareas vivas, podéis bajar a las playas para ver la fauna marina y, si además es día laborable, probablemente os encontréis percebeiros, polbeiros, algueiras, ouriceiras (pescadores de percebes, pulpos, recolectores de algas, pescadores de erizos) o pescadores de barbadas realizando su trabajo cotidiano; sin duda alguna contemplaremos una bella estampa que deja patente la riqueza de estas aguas.

Día 2º

Para el segundo día del viaje, nos dirigimos a O Barqueiro pero, antes de entrar en la villa, tomamos la desviación hacia Bares para subir al cabo y al faro. Las coordenadas 43º 47' 9.26’’ N, 07º 41' 2.23" W son las que siempre se incluyen en la carta de presentación de la punta Estaca de Bares, el cabo más septentrional de la Península Ibérica y división entre el océano Atlántico y el mar Cantábrico. Si lleváis unos prismáticos, comprobaréis que esta es una importante zona de paso de aves migratorias del Atlántico, del Mediterráneo y del Ártico.

 

Podéis acercaros al antiguo Semáforo de Bares, que nos ha dejado en el recuerdo las antiguas funciones militares para pasar a convertirse en un pequeño hotel con encanto. Desde allí, podéis disfrutar de una puesta de sol muy especial y simbólica. Cerca del faro, en la orilla de los acantilados, se encuentra una sucesión de molinos en línea, alguno rehabilitado, que os dejará una bonita imagen.

Acabad el día bajando hasta el puerto de Bares, donde tendréis la oportunidad de saborear un pescado fresco o un arroz con bogavante en una terraza al lado de la playa. Rodeada de huertas y generalmente vacía, está inmersa en un ambiente mágico.  

Han sido dos jornadas de playas, de acantilados y de faros situados en lugares emblemáticos, siempre con el viento del nordés cómo compañero de viaje, que os traerá cielos despejados.

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