Cuenta la leyenda que cuando Dios acabó de crear el mundo, descansó posando sus manos sobre Galicia dando lugar a las rías gallegas. En este itinerario por la ría de Arousa, tendremos la ocasión de descubrir una ría llena de leyendas de moros, de piratas y de sirenas que se mezclan con un entorno mágico que invita a soñar.

Ay Sálvora, ay San Vicente
Ay Sálvora, adiós Mourente
Ay Sálvora, ojos de la ría
para buenas mozas, en Vilagarcía.
     Canción popular gallega
 
Id a tomar nueve olas
antes de que salga el
día y llevaréis con vosotros
las nueve hojas de la oliva.
     Romance popular

Día 1º

La primera jornada de esta ruta la comenzamos en uno de los puntos clave de la hermosa línea costera de la ría de Arousa: en el ayuntamiento de Ribeira. En él  nos espera una de las joyas naturales de Galicia, el Parque Natural de Corrubedo. Antes de sentir sus impresionantes dunas, el primer protagonista de nuestra jornada será el gran vigía del Atlántico, el faro de Corrubedo, activo desde 1854. Su fachada presenta forma semicircular hacia el mar y rectangular hacia tierra para así paliar los efectos de los fuertes temporales que suelen sacudir la zona. Desde allí, apreciaréis el poder y la intensidad del Atlántico, sin que nada, excepto este último, se oponga entre vosotros y el Nuevo Continente.

El propósito inicial de este faro era llamar la atención sobre el alto riesgo de los bajos que abundan en esta línea de costa, aunque no siempre lo consiguió. Al largo de tantos años de actividad, esta torre fue testigo de algún que otro hundimiento. El naufragio del trasatlántico Santa Isabel frente a la isla de Sálvora, probablemente por una confusión entre el faro de Corrubedo y el de Sálvora, fue el causante de que se cambiara la luz blanca por una roja, lo que le valió lo apodo de “faro comunista”.

Dejando atrás este enclave, nos ponemos en camino hacia nuestro siguiente destino. Cambiamos el asfalto por caminos de madera y arena, internándonos en el Parque Natural de Corrubedo. Allí, camuflado entre el con entorno salvaje de la zona, encontraréis el Centro de Interpretación Casa da Costa (CIELGA). Se trata de un espacio didáctico que cuenta con exposiciones sobre este particular ecosistema. La auténtica perla del conjunto es el propio complejo dunar de Corrubedo y las lagunas de Carregal y Vixán, que ocupa un área de 1.000 hectáreas entre las parroquias de Corrubedo, Artes y Carreira. Preguntadles a los biólogos cualquier duda que tengáis y luego poned en práctica lo aprendido, explorando y dejando vuestras huellas sobre las blancas arenas de las playas del Vilar y de la Ladeira, pertenecientes al Parque Natural. Animaos, también, a visitar el espectacular cordón de arena formado en un lento proceso por una represa del agua que configuró la laguna de Carregal. El transporte ejercido por el viento permitió el desarrollo de varios cordones litorales de dunas, muchas de ellas semiestabilizadas por la vegetación, pero también una móvil, la mayor  del noroeste peninsular.

Cuenta la leyenda, que en la laguna de Carregal está sumergida la ciudad de Valverde donde habitaban los moros que fueron vencidos por Carlomagno. Vestigio de esta leyenda es la huella del caballo de Roldán, sobrino de Carlomagno, grabada en una roca de la laguna cuando este pidió, después de la puesta de sol, una hora más de día para poder derrotar a los enemigos. Por eso, después del atardecer, todavía hay una hora más de luz.

Siguiendo el hilo de esta leyenda, ponemos rumbo al puerto de Aguiño para que una embarcación de recreo nos conduzca hasta a la misteriosa isla de Sálvora. Según cuenta la historia, Roldán, ciertamente herido, consiguió escapar de la contienda de Roncesvalles refugiándose en esta isla arosana. Un día, mientras paseaba por la playa, encontró a una joven de gran belleza que salía del mar, cayendo perdidamente enamorado de ella… Resultando ser una sirena! Tan grande fue su amor por Mariña (como así la bautizó) que tuvieron un hijo, dando lugar a la estirpe de los Mariño. Fruto de esta mítica historia, encontraréis la estatua de piedra con forma de sirena dándoos la bienvenida a la isla y marcando el camino de piedra que conduce al  faro de Sálvora, guardián de la ría de Arousa, junto con el de San Vicente, en O Grove.

Día 2º

Y de una isla... a la otra. En esta segunda jornada, dejamos atrás tierras de la Barbanza para emprender camino hacia la isla que le da nombre a esta afamada ría: la isla de Arousa. Durante el siglo XIX, fue un importante centro conservero; de hecho, fue aquí donde se instaló una de las primeras fábricas de la era moderna. La principal actividad de la isla era, y sigue siendo, el mar en todas las sus vertientes. Atreveos a descubrir las distintas opciones de ocio acuático, así como las joyas gastronómicas cocinadas al estilo local.

Comenzaremos la visita por el  faro de Punta Cabalo, construido en el 1852 y activo desde el siguiente. En sus inicios era atendido por dos torreros y, tras sucesivas reformas, fue convertido en restaurante. Este faro, que surge entre las rocas, es un lugar perfecto para disfrutar del atardecer después de una intensa jornada de actividad en la naturaleza. Sentados en alguna de las grandes rocas que hay justo delante de la torre y acariciados por la suave brisa marina, conseguiréis vislumbrar la grandeza de la ría de Arousa: desde las islas de Areoso y Rúa hasta la desembocadura del Ulla. En este tramo, miles de mejilloneras mecidas por el mar dan lugar a la mayor producción de mejillón del mundo.

Toda la isla es uno remanso de paz, pero un lugar muy especial es Area da Secada, una playa natural de arena blanca que todavía cuenta con un entorno forestal virgen. A ella llegaremos atravesando un frondoso pinar por una pasarela de madera. El único sonido que escucharéis es el relajante batir de las olas y el piar de algún pájaro a la búsqueda de alimento. Esta es una playa de aguas tranquilas, ideal para la práctica de relajantes deportes náuticos. Animaos a alquilar un kayak para navegar entre las mejilloneras de mejillones y algún que otro delfín curioso. Un error que no debéis cometer es abandonar la isla sin dar cuenta de un buen plato de pulpo, preparado al característico estilo insular.

De vuelta al “continente” visitamos O Grove, situado en la entrada de la ría de Arousa que, de no ser por el túmulo arenoso de la Lanzada, todavía sería una isla. Internacionalmente conocido por su gastronomía, O Grove celebra en el mes de octubre a deliciosa fiesta del marisco, que no os deberíais perder si os coincide estar por la zona.

Se queréis tener una inmejorable panorámica de la ría, subid hasta la cumbre del monte Siradella. El pequeño esfuerzo que suponen la subida a sus 167 metros sobre el nivel del mar es ampliamente recompensado por las espectaculares vistas del istmo de la Lanzada y el complejo intermareal del Umia y de O Grove, con el Atlántico cómo telón de fondo. Ya que llegasteis hasta aquí, aprovechad el momento para visitar el aula de Interpretación de la Naturaleza donde, a través de material didáctico, comprenderéis la importancia de cuidar el delicado ecosistema de la zona.

Como colofón, nada mejor que rematar este recorrido por la costa salvaje en uno de los arenales más conocidos y visitados de las Rías Baixas, la playa de la Lanzada. Abierta al Atlántico, es ideal para la práctica de deportes como el surf o el windsurf. Sus más de dos kilómetros de arena blanca y fina, así como la calidad de sus aguas, la hacen digna de toda su fama. Fama que, por otra parte, también le viene dada por las leyendas que le atribuyen poderes mágicos a su santuario. La tradición nos cuenta que tomar un baño de nueve olas justo a media noche del día de la romería, el último día de agosto o en la de San Xoán, ponen fin a la infertilidad. Otra versión sostiene que las mujeres que quieran completar el ritual de fecundidad deberán acostarse sobre la cuna de la Virgen que se encuentra en la  capilla de Nuestra Señora de la Lanzada. El santuario es una iglesia románica de finales del siglo XII desde donde podemos contemplar una de las mejores vistas del arenal.

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