Os presentamos un recorrido por las Ilas Cíes que forman parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas de Galicia y poseen, según el diario inglés The Guardian, una de las playas más hermosas del mundo: la playa de Rodas.

Embarcaos en esta aventura y preparad vuestra visita para apreciar maravillosos paisajes atlánticos.

El archipiélago de las Cíes está formado por la isla Norte, o Monteagudo, la del Medio, o del Faro, y la del Sur, o San Martiño.
 
Los ataques piratas de turcos, tunecinos e ingleses también llegaron a las Cíes. Uno de los corsarios que pisó este suelo antes de atacar la costa fue el famoso Francis Drake.

Recorrido

En 1997, el diario británico The Guardian publicó un "Top 10 de playas en el mundo". Entre ellas se encontraba la de Rodas, en las Illas Cíes. Ya antes, la fama de este paraíso en la entrada de la ría de Vigo era conocida por vecinos y por visitantes, pero desde entonces se ha convertido en un lugar de referencia para turistas de todo el mundo.

Rodeado de bosque autóctono, este arenal de 1,3 kilómetros, con forma de amplia concha, fina arena blanca y aguas turquesa, es el escenario perfecto para sentir la libertad, el mar y la naturaleza.

Vigo, Cangas o Baiona son los tres puertos desde los que, en temporada alta, los catamaranes de línea regular salen hacia este archipiélago. Desde luego, merece mucho la pena hacer este trayecto marítimo de menos de una hora. Durante ese tiempo, estaréis acompañados por el balanceo del barco desde un asiento privilegiado en una de las cubiertas superiores, mientras nos acarica la brisa fresca en este mirador privilegiado en pleno océano Atlántico. Durante la travesía podréis aprovechar para descubrir las ciudades y pueblos más importantes de este tramo de la costa de Pontevedra y el perfil inconfundible de Vigo. Las Cíes sólo distan 14 kilómetros de la ciudad.

La mejor fotografía de las tres islas —la Norte, o Monteagudo, la del Medio, o del Faro, y la Sur, o San Martiño— se queda pequeña al lado de la belleza natural a la que os iréis aproximando conforme el catamarán llegue a destino, en el embarcadero situado junto a la playa de Rodas. Este puede considerarse el centro neurálgico desde el que comenzar a explorar este paraíso, que ya Ptolomeo apodó como las “Islas de los Dioses”.

A pesar de su aparente soledad en la entrada de la ría de Vigo, a modo de gran dique protector, una vez aquí sabréis que las Cíes ocupan un importante lugar en la historia. Fueron territorio del ser humano en el Paleolítico y en el Neolítico. De la Edad del Bronce data el castro "As Hortas", situado en la ladera del Monte Faro, que también estuvo ocupado durante la época romana. Algunos autores incluso sostienen que Julio César pisó este territorio. No quedan restos de las invasiones suevas, pero en el siglo VI se instalaron aquí dos conventos: San Martiño, en la isla Sur, y Santo Estevo, en la isla del Medio. Sobre las ruinas de este último se construyó el actual Centro de Interpretación, junto al cual aún podréis ver un sepulcro antropomorfo.

Francis Drake...

Los ataques piratas de los turcos, tunecinos e ingleses en la ría de Vigo también llegaron a las Illas Cíes, que incluso fueron arrasadas por el famoso corsario inglés Francis Drake. Estos asaltos dieron lugar a planes de fortificación posteriores y a la construcción de un almacén de artillería en 1810 en el antiguo convento de Santo Estevo, un cuartel de carabineros y la cárcel, en las proximidades de la playa de Nosa Señora. Con el transcurso de los años, gracias al auge de la actividad conservera en la costa, se levantaron aquí, hacia 1840, dos fábricas de salazón —entre otras construcciones—, pero debido a la competencia, fueron abandonando producción hasta llegar a desaparecer. Igual que lo hizo la siempre intermitente y pequeña población local —la mayoría originaria de Cangas— a mediados del siglo XX, a la par que crecía el interés turístico por este destino.

No os dejéis llevar por la tentación de permanecer tumbados en cualquiera de estas playas que, por sus características naturales, bien podrían asociarse a destinos tropicales, igual que otras de Galicia. La más larga de Rodas, la de Nosa Señora, la nudista de As Figueiras, la cala de A Cantareira... Aprovechad para explorar las islas Norte y la del Medio, unidas entre sí por un pequeño dique que formó una laguna de agua salada y por el arenal de Rodas.

Sin duda, la ruta hacia el Monte Faro es la preferida debido a la espectacularidad de la subida: en pronunciada pendiente y en zigzag, alcanza los 175 metros sobre el nivel del mar. En esta cumbre se encuentra el faro de las Cíes, que data de 1852. Desde aquí obtendréis una magnífica panorámica del archipiélago que compensará el esfuerzo previo y la falta de aliento. Esta caminata os permitirá explorar buena parte de la isla del Medio y sus valores naturales y culturales: el Centro de Interpretación de la Naturaleza; la playa de Nosa Señora; la Pedra da Campá, horadada por la fuerza de los vientos atlánticos cargados de salitre, y el observatorio de aves. Veréis cormoranes, pero sobre todo gaviotas patiamarillas. Aquí reside la mayor colonia de esta especie en la península ibérica, siendo los habitantes más numerosos de las Cíes. Esta ruta también os conectará con el faro de A Porta, una señal marítima que custodia el estrecho del mismo nombre y desde el que podréis ver en toda su plenitud la solitaria isla de San Martiño, solo accesible en barco, y donde está situado el faro de Os Bicos.

Hacia el norte, casi en el extremo de la isla de Monteagudo, encontraréis el cuarto faro de este enclave, llamado O Peito. Aunque situado cerca del punto más elevado del archipiélago, el Alto das Cíes, de 193 metros sobre el nivel del mar, el camino es liviano. En este trayecto veréis también las ruinas de un antiguo asentamiento y otro observatorio de aves, además de sentiros más cerca de tierra. La razón es que este punto sólo dista 2,5 km de la costa de A Vela y de cabo Home. Al norte, divisaréis el perfil de la isla de Ons protegiendo la ría de Pontevedra.

De regreso hacia el punto de partida, aprovechad para subir al Alto do Príncipe, a 111 metros sobre el nivel del mar. Apoyaos en la caprichosa forma de la roca conocida como la Silla de la Reina. Como si esta piedra fuera un balcón natural, asomaos al océano Atlántico y observad el contraste entre las dos vertientes de las islas: con paredes de acantilados casi verticales en la cara oeste y suaves dunas y playas en la este.

Andando por esta parte de las Cíes, os acordaréis de Camariñas o de A Pobra do Caramiñal, porque en el complejo dunar de Figueiras-Muxieiro crece la “camariña”, un arbusto protegido y en peligro de extinción, de bayas blancas.

Llegado el final del día, despedíos de este reducto de paz y de vida mientras el mar de las Cíes se va confundiendo con el cielo ya rojizo y solo la estela de vuestro barco os une con este paraíso celestial en la tierra.

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