Y, continuando con la temática xacobea, nuestro recorrido prosigue hacia el cabo Fisterra pues durante el auge de las peregrinaciones había quien, después de haber visitado el sepulcro de Santiago, prolongaba su viaje hasta estas tierras para realizar un recorrido marcado en el cielo por la Vía Láctea.

Fisterra fue considerado durante la Antigüedad como el fin del mundo conocido. De hecho, su posición geográfica y los impresionantes atardeceres hicieron creer a Décimo Junio Bruto (general romano que dirigió la conquista de Galicia) que este era, efectivamente, el lugar donde moría el sol. Los alrededores de este cabo han sido un lugar mágico desde antiguo, pues se cuenta que en este lugar se encontraba la Ara Solis un altar donde, según dice la leyenda, los fenicios practicaban el culto al sol. Así pues, os animamos a hacer un recorrido por este rincón de nuestras costas donde la magia del lugar guiará vuestros pasos.

A vuestra llegada al pueblo de Fisterra visitad la zona del puerto; allí podréis contemplar el ir y venir de las embarcaciones en un mar tan calmo que no os dará la impresión de encontraros en la fiera Costa da Morte. Perdeos entre las calles de este pueblo de pescadores y acercaos a alguna de sus tabernas odonde os acompañarán las anécdotas de los viejos lobos de mar, al tiempo que dais cuenta de un buen plato de longueiróns como aperitivo o de cualquier otro delicioso producto de estas bravas aguas.

Continuad el viaje hacia la zona del faro, no sin antes haberos detenido en el santuario románico de Santa María das Areas que alberga en su interior la venerada imagen del Cristo de la Barba Dorada. Cuenta la leyenda que una embarcación se deshizo de él por tener dificultades en la navegación y que llegó al pueblo arrastrado por el mar. No dejéis pasar la oportunidad de acercaros a esta imagen para poder comprobar en persona si es verdad lo que todos cuentan: aseguran que le crecen los cabellos y las uñas… En el camino hacia el fin del mundo debemos conocer otro mágico lugar: las ruínas de la ermita de San Guillerme, un lugar impregnado de poderes mágicos relacionados con la fecundidad. De hecho, es este un lugar a donde, no hace todavía mucho tiempo, acudían esperanzadas las parejas buscando un milagro para concebir el hijo que no llegaba.

Siguiendo la misma carretera, no es extraño que nos encontremos a más de un peregrino caminando despacio mientras se recrea en las vistas de la ría de Corcubión, con el Monte Pindo al fondo.

Te interesa...
- Más info en www.concellofisterra.com

Una vez en el faro, las majestuosas vistas del acantilado sobre el océano Atlántico, el mar batiendo con fuerza y la sensación de que no hay nada más que se interponga entre este trozo de tierra y el nuevo continente, excepto toda esa agua, dejará huella en vosotros, pues no todos los días se tiene la oportunidad de ver el atardecer en el Fin del Mundo.

Arriba
Ayúdanos a mejorar!