«Y velaron sus matices junto al bosque justo antes de la llegada del invierno». En 1968 un inglés que tenía los «dedos» verdes se instaló en la Galicia rural decidido a aplicar tan insólita cualidad al jardín de ASaleta.
Enteradas las camelias que allí había, respondieron al toque mágico de aquellos dedos con una explosión de color sin precedentes. Algunas incluso se atrevieron a exhalar algo de esencia, discreta eso sí, que la levedad está en el mismo ser de las camelias.