Las camelias de Quinteiro da Cruz iluminan un jardín con alma de museo. Una colección de piezas únicas prendidas de los setos, a modo de tabiques que separan los senderos. De glorietas, escondrijos y escaleras que se abren al fin a un paisaje de viñedos.
Fugaces y por fuerza irrepetibles, las camelias de Quinteiro da Cruz se dispersan por el jardín al dar febrero. Lo llenan de chispones de color o de chispitas que titilan entre las sombras de los setos. Y cuando mueren tienen ya valor de monumento.