En el castillo de Soutomaior las camelias se entremezclan con las rosas. Un aroma y un color que debería campear hoy en las armas de la casa, en contraste con la historia de la feroz fortaleza medieval que fuera antaño.
En Soutomaior habitó Pedro Madruga, aquel señor feudal de horca y cuchillo, capaz de meter en una jaula al mismísimo obispo Don Diego de Muros y de pasearlo así por toda la comarca, ciertamente con escarnio. Por entonces en Soutomaior no había camelias. Estarían, casi seguro, los castaños. Y quizás también algunas viñas.