Si en marzo la primavera parece anunciarse tímidamente, en abril se muestra sin complejos: los días son más largos, la vegetación despierta de su letargo invernal y cielo, bosques y campos se llenan con el canto de numerosas aves.
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A MIÑA VIAXE
Si en marzo la primavera parece anunciarse tímidamente, en abril se muestra sin complejos: los días son más largos, la vegetación despierta de su letargo invernal y cielo, bosques y campos se llenan con el canto de numerosas aves.
Esto aporta un gran número de pájaros a nuestro entorno que podemos localizar en prácticamente cualquier lugar y hábitat de Galicia. En las ciudades, pueblos y aldeas encontramos pequeñas aves que se alimentan de insectos: golondrinas, aviones o vencejos.
En cualquier área de campiña o en los grandes valles fluviales podemos observar aves rapaces estivales como el milano negro especialmente en los Canóns do río Sil, la Serra da Enciña da Lastra, A Limia o A Terra Chá. En estas dos últimas zonas, así como en las comarcas de Lugo y Sarria podemos disfrutar de las cigüeñas comunes que se afanan ya en incubar sus huevos en grandes nidos próximos a edificios en núcleos urbanos.
Otras especies, como la abubillla, se dejan ver poco a poco en áreas agrícolas bien conservadas. Las especies sedentarias, aquellas que pasan con nosotros todo el año, ya están en plena reproducción por lo que no es raro ver individuos adultos con cebo en el pico para alimentar a sus polluelos; seguro que cerca de casa tendremos algún mirlo común que lo está haciendo.
En áreas de montaña como Os Ancares y Montes de Cervantes, O Courel o el Macizo Central la primavera avanza más lentamente pero adentrarse en sus bosques es toda una experiencia para los sentidos: los cantos de las aves dominan el ambiente; entre ellos podemos localizar el frecuente y característico mosquitero ibérico.
A los ya mencionados milanos negros se unen otras como el aguilucho pálido y el aguilucho cenizo. El primero podemos observarlo en espacios abiertos de las zonas montañosas. Es una brava ave rapaz que, aunque poco frecuente, se desenvuelve con éxito en medios duros como estos. Los aguiluchos cenizos llegan a finales de marzo pero es en abril cuando se instalan en sus territorios de cría y efectúan llamativas paradas nupciales. Dentro de esta especie, Galicia cuenta, además, con una elevada proporción de individuos melánicos, esto es, de plumaje completamente oscuro. Su querencia por zonas abiertas hace que lugares como A Limia, A Terra Chá, la Serra do Candán y Brañas de Xestoso, Terra das Frieiras o las comarcas de Lugo y Sarria sean ideales para observarlos. Para ello debemos buscar siempre áreas despejadas con cultivos o tojales.
Además de aguilucho pálido y cenizos, en las zonas de interior podremos observar alcotanes europeos persiguiendo insectos y pequeñas aves. En las montañas y áreas abruptas será el águila culebrera quien llame nuestra atención con su reposado vuelo en busca de reptiles calentándose al sol de primavera.
Cambiando de hábitat de forma radical, en la línea costera lo más interesante de esta época son tres especies de diferentes ambientes: el chorlitejo patinegro, la gaviota patiamarilla y el cormorán moñudo. El pequeño chorlitejo patinegro vive en las playas abiertas al Atlántico como las que podemos encontrar en la Costa da Morte, Baldaio, Louro y Carnota, O Grove e Parque Nacional Marítimo Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia o en el Parque Natural Complexo Dunar de Corrubedo e lagoas de Carregal e Vixán.
Es difícil de observar en su medio, pues se camufla perfectamente entre la arena y las algas depositadas en las playas, su supervivencia depende en buena medida de cómo tratemos estos delicados ecosistemas. Las otras dos son especies icónicas y podremos observarlas si nos acercamos al Parque Nacional Marítimo Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia, tanto en la Illa de Ons como en las Illas Cíes: la abundantísima gaviota patiamarilla, que aquí tiene una de las mayores colonias del mundo; y el cormorán moñudo, escaso y más amenazado. La primera podemos contemplarla en prácticamente cualquier lugar, aunque son las inclinadas laderas que caen al mar donde ubican sus colonias más espectaculares; el segundo , en los acantilados más abruptos. Para ver cormoranes moñudos también podemos acercarnos a la Ría do Burgo y Costa de Dexo: en los cantiles marinos de estos espacios es donde todavía mantienen algunos nidos.
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