El agua, dulce o salada, es el hilo que nos conducirá en esta experiencia mágica a través de santos, fuentes, manantiales y piedras milagrosas, todos ellos convertidos en altares para la curación de males y para la celebración de rituales de fecundidad.

“Si vas a San Benitiño / no vayas al de Paredes, / que hay otro más milagroso / en el convento del Lérez”.

“Llevé a mi mujer / a la Lanzada, a las nueve olas; / la llevé a desinfectar / y echar los demonios fuera”.

Fecha de celebración de las romerías:
- San Benitiño de Lérez: 11 de julio.
- Nuestra Señora de los Milagros de Amil: Domingo siguiente al 8 de septiembre.
- Nuestra Señora de las Cabezas de Armenteira: Lunes de Pascua.
- Nuestra Señora de la Lanzada: Último fin de semana de agosto.

Día 1º

Comenzamos nuestro itinerario con una visita al centro histórico de Pontevedra, uno de los más bonitos y mejor conservados de Galicia. Pasear por las encantadoras plazas do Teucro o da Leña, por los soportales de piedra, o tomar un café en las terrazas de la plaza da Ferrería es una experiencia muy agradable, sobre todo, con un día de sol, en primavera, y con las camelias en flor. Imprescindible una visita a la original iglesia da Peregrina, que tiene forma de concha de vieira. Elegante y coqueta, alberga en su interior la imagen de la patrona de Pontevedra. Ideal para iniciar nuestra ruta mágica.

A pocos minutos, nos encontramos con el monasterio de San Salvador, que acoge la talla de San Benitiño de Lérez. El templo, del siglo XVIII, se yergue sobre un montículo desde el que se aprecian unas magníficas vistas de la ciudad de Pontevedra y del río Lérez. La imagen de San Benitiño de Lérez es pequeña pero, como canta la copla, su tamaño no le quita de ser el santo más milagroso. San Benitiño es perfecto para que sanen las verrugas y los problemas de piel: sólo hay que acariciar la cara del santo con un paño y hacerse con el aceite mágico.

Si coincidís con la procesión del día grande, veréis como la fe que los devotos le profesan se refleja en una capa de billetes que la cubren por completo. El día de la fiesta, si vamos andando por la orilla del río Lérez, podremos ver a los romeros remontando el río en coloridas barcas, adornadas con cintas y flores. Después de visitar al santo, podéis disfrutar como un romero más, de un almuerzo campestre: empanada y vino gallego al son de los gaiteros.

Continuando nuestra ruta hacia el norte, llegamos al santuario de Nosa Señora dos Milagres de Amil, en Moraña. Nada más llegar percibiréis que se trata de un templo de culto vivo. Sobre todo, si os acercáis en los días de la fiesta.

Lo más sorprendente de esta romería son las caminatas nocturnas que realizan los fieles para asistir a las misas de madrugada. Otra imagen típica de la romería son las velas, de la altura de una persona, apoyadas contra las paredes de la iglesia. Algunas ya están encendidas, esperando a ser comprada para salir en la procesión. El silencio invade a los devotos que caminan o van de rodillas, lentamente, detrás de los portadores de la imagen totalmente cubierta por ofrendas en metálico o por fotografías de los agradecidos. Resalta la hermosa y delicada talla de la Virgen. Viste manto blanco bordado en oro y su cabello negro en largos rizos sobresale por debajo del velo. Otra costumbre que podéis compartir es la de beber, mojaros o lavaros en la fuente de agua santa que hay al pie de la teatral escalinata de cien escalones que lleva hasta el templo. También podéis continuar el ritual siguiendo los pasos de los romeros que quieren calmar su fervor acudiendo a Rozavella, a menos de un kilómetro, que es el lugar donde está el primer manantial mágico.

La mayor parte de los devotos le piden a Nosa Señora dos Milagres de Amil por su salud o protección, esa que también le ruegan los marineros dejándole una réplica de sus embarcaciones, lo que resulta curioso al encontrarse este templo alejado de la costa.

Antes de dirigirnos a nuestra siguiente parada, hacemos un alto en el camino para descubrir otra atmósfera mágica, de esta vez relacionada con la naturaleza. Es el lugar de las cascadas del río Barosa, magnífico espectáculo formado por molinos y charcas naturales. Si el tiempo acompaña, podréis bañaros en sus cristalinas aguas y sentir a fuerza del agua cayendo sobre vosotros, como si de un spa natural se tratara.

Día 2º

Luego del relajante paseo con el que finalizamos el primer día, nos desplazamos a Meis para visitar el santuario de Nosa Señora das Cabezas de Armenteira. Si San Benitiño nos cura las verrugas, la Nosa Señora se ocupará de curar los dolores de cabeza. De hecho, el interior del templo está lleno de exvotos con la forma de esta parte del cuerpo, iluminados por las velas. Pero curiosamente el poder sanador de Nosa Señora das Cabezas va más allá: el día antes de la romería, son muchos los estudiantes que acampan en los alrededores del santuario pidiendo que los ayude con una buena memoria para poder aprobar sus exámenes.

El templo de la santa está en el recinto del monasterio de Armenteira, fundado por el noble y abad don Ero. Cuenta la leyenda que, durante uno de sus paseos por Armenteira, el abad le pidió a la Virgen poder ver el Paraíso. Entonces, en el árbol bajo cuyas ramas descansaba el abad, comenzó a cantar un pajarillo. Su son era tan agradable que el monje olvidó el tiempo que pasaba y allí quedó, sentado sobre la hierba blanda, al pie del manantial. Y así, pareciéndole que no había estado sino poco tiempo, ¡habían pasado doscientos años!. Este es uno de los milagros de la Virgen cantados por Alfonso X el Sabio, que confirma la leyenda que se cuenta en la parroquia de Santa María de Armenteira.

Y para finalizar este itinerario mágico y milagroso, nos encaminamos hacia el santuario de Nosa Señora da Lanzada, situado en el turístico municipio de Sanxenxo. El principal ritual ligado a este templo habla de la esperanza de conseguir descendencia o de concebir a un hijo que no llega. La ceremonia mágica, heredada de la antigüedad, nos cuenta que, justo en la media noche de la romería o en la de San Xoán, todas aquellas mujeres que quieran hacer realidad su deseo de ser madres tienen que darse un “baño de fertilidad“ en las aguas saladas de la salvaje playa de A Lanzada, dejando que nueve olas batan en ellas. Pero este añico de frío Atlántico también es sanador para todo tipo de males. El resto del año, y sobre todo alrededor de los días en los que se festeja el patrono, también os podréis unir a la gente que se zambulle con la esperanza de “desinfeitarse“(desinfectarse), como dice la copla popular, de sus enfermedades.

Acabado el recorrido por estos lugares santos, que mejor para sanar el cuerpo que una buena cena en una de las múltiples terrazas de Sanxenxo o de Portonovo. Una parrillada de marisco o una caldeirada de raya, regada con un vino de las Rías Baixas, son sólo una muestra de la rica y variada gastronomía de la zona.

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