Una cosa está clara: las aves raramente están cerca. Así que lo primero que necesitamos es algo que nos ayude a aproximarnos visualmente: los prismáticos o binoculares.
Ante la gran variedad de marcas, modelos y precios que el mercado nos ofrece, es normal sentirse un tanto desorientado. Lo primero en lo que hay que fijarse es en los números que todo binocular lleva gravados, por ejemplo 8x30, 8x40 10x42, etc. El primer dígito se corresponde con los aumentos del binocular, el segundo es el diámetro en milímetros de la pupila de salida del prismático, cuanto mayor sea esta cifra serán más luminosos pero también más grandes y pesados. Para observar aves el número ideal de aumentos ideales está entre 8 y 10, mientras que un tamaño adecuado de la pupila de salida estaría entre 30 y 42 milímetros. Por lo tanto los prismáticos ideales serían los comprendidos entre 8x30 y 10x42. Los primeros son más útiles para observar aves en hábitats con vegetación y a corta distancia, los segundos ofrecen ventaja en áreas abiertas o en el mar.
Por otra parte, existen algunos prismáticos con formas características: los de porro y los de techo. Los de porro tienen un prisma en su interior que aumenta la distancia entre las pupilas de salida de los prismáticos. Los de techo, en cambio, tienen la apariencia de dos tubos unidos por un puente. La mayor parte de los fabricantes a nivel mundial optan actualmente por prismáticos de techo, generalmente más compactos y ligeros.
La variedad de precios existente es muy grande. Si estamos iniciándonos, no hace falta un modelo especialmente caro. Su principal ventaja consiste en que suelen llevar en su interior un relleno de nitrógeno líquido que los hace estancos, por lo que su durabilidad es mayor, al tiempo que ofrecen ventajas como evitar la condensación en su interior.