Es un buen momento para acudir a las playas y áreas abrigadas de la costa.
Allí encontraremos aves marinas como araos, zampullines cuellinegros, colimbos grandes o serretas medianas. Buenos lugares son la parte media de la Ría de Ribadeo, la Ría de Ortigueira y su vecina la de Ladrido, la ría do Burgo, la de Ponteceso en A Costa da Morte, el tramo intermedio de la Ría de Muros e Noia, la playa de A Lanzada en O Grove, A Costa da Vela y el cabo Udra, la Ría de Vigo o A Guarda.
Los humedales interiores
Los humedales interiores como todos los de A Terra Chá, acogen también docenas de especies, particularmente de anátidas como la cerceta común o el pato cuchara. Además, podremos ver agachadizas o garzas reales. Unas horas de paciencia nos depararán buenas observaciones en otros humedales interiores como las areneras de A Limia, o los embalses de San Martiño, Castrelo do Miño e Baixo Avia, Vilagudín e Vilasenín, Fervenza-Baíñas o en el afamado de Abegondo-Cecebre.
Será precisamente A Terra Chá el lugar más apropiado para observar un ave invernante casi por definición: la avefría que, si el frío aprieta por el centro y norte de Europa, puede llegar a verse en cantidades asombrosas. Junto a ellas llegan también chorlitos dorados y zorzales reales y alirrojos.
En prácticamente cualquier prado o pastizal, sobre todo en los más húmedos, es muy fácil detectar un pequeño pájaro que pasa con nosotros el invierno, la bisbita pratense de característicos reclamo.
Por último, podríamos pensar que este mes es muy frío y poco favorable para algunas aves que suponemos más frecuentes en primavera o incluso verano, como es el caso de la cigueña común que regresa, aunque parezca increíble, ya en este mes –e incluso antes- a sus territorios de cría que son ocupados poco a poco. Los lugares más propicios para observarlas son A Terra Chá, las comarcas de Lugo y Sarria y A Limia. Desafían las heladas e incluso la nieve con gran estoicismo.