Mayo es el mes en que la primavera alcanza en Galicia su máximo esplendor. Días largos, sol y lluvia. Las aves residentes se encuentra en plena cría y se afanan por alimentar a sus polluelos. Las estivales, procedentes de sus cuarteles de invernada en África, se encuentran ya con nosotros. Es el momento ideal para salir al campo, empaparse de cantos y disfrutar, casi sin esfuerzo, con docenas de especies en medio de los mil y un colores que mayo nos regala.

Uno de los grupos de aves más atractivos para muchos observadores son las rapaces

En mayo están todas aquí: desde las habituales y ubicuas, como el busardo ratonero, el cernícalo o el gavilán, a aquellas que solo nos visitan en primavera y verano para criar. Así, a las que llegaron ya en el mes de abril como el aguilucho cenizo, el alcotán europeo, la aguililla calzada, la culebrera europea o el milano negro se les unen otras como el abejero europeo, que pasa habitualmente inadvertido debido a su parecido con el busardo ratonero, mucho más común.

Para observar tal cantidad de especies, sin duda los lugares idóneos son los grandes espacios del interior del país; uno de los más destacados es la Serra da Enciña da Lastra, donde podremos observar todas estas especies, y alguna más, paseando simplemente por alguno de sus senderos. Otros buenos lugares para observar estas aves son los Canóns do río Sil, los valles de O Bibei e Navea, la Ribeira Sacra Norte o zonas de montaña como Calvos de Randín y Baltar, Pena Trevinca y Serra do Eixe, O Courel y Os Ancares y Montes de Cervantes.

Cigüeña blanca (Ciconia ciconia)
Aguilucho cenizo (Circus pygargus)
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)
Abejaruco común (Merops apiaster)

Zonas con hábitats abiertos como A Limia, A Terra Chá o, incluso, áreas montañosas como la Serra do Candán y Brañas de Xestoso o Terra das Frieiras son también buenos para las aves rapaces. Si estamos atentos, conseguiremos ver aguiluchos cenizos y aguiluchos pálidos cazando en los pastos y entre el monte bajo que caracteriza estos lugares.

En áreas de monte bajo y pequeños bosques de todas estas zonas de interior que hemos mencionado podemos ver con relativa facilidad especies como el alcaudón dorsirrojo, que desde África viene a reproducirse en nuestros campos. Se trata de una pequeña ave enmascarada y particularmente fiera que caza pequeños pájaros, ratoncillos, musarañas, lagartijas e insectos que suele empalar en arbustos o alambres espinosos para devorarlos.
 

Mayo es el mes de la oropéndola europea

Los machos de esta especie lucen un espectacular color amarillo mientras que las hembras son más crípticas con sus tonos verdes. Su hábitat idóneo se sitúa en los bosques bien conservados de las riberas fluviales. Allí es muy fácil escuchar su canto, aunque es más difícil verlas, pues viven bajo el dosel arbóreo, lejos de miradas indiscretas. Uno de los mejores sitios para intentarlo son las orillas del Río Támega en Oímbra, Monterrei e Verín, la cola del cercano Embalse de San Martiño o las orillas de los ríos Miño y Neira en las comarcas de Lugo e Sarria.

Mayo también es un buen mes para las aves acuáticas que construyen su nido en nuestros humedales

Patos de distintas especies, somormujos lavancos, zampullines, fochas o gallinetas pueden observarse en las lagunas de los humedales de A Terra Chá, distintos embalses como el de San Martiño, el de Abegondo-Cecebre y el de la Fervenza e Baíñas, o lagunas litorales como la de Xarfas en Louro (Muros) o la de Vixán en el Parque Natural de Corrubedo. En esta última además podremos observar el escaso aguilucho lagunero occidental o la más escasa todavía garza imperial.

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May

 

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